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La causa nacional

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Andrés Marocco
14 de julio de 2024 - 02:30 p. m.
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Jugar dos finales en menos de un mes no estaba en mis planes jamás. Mis dos amores, sin entrar a decir a quién quiero más, el Bucaramanga y la selección Colombia llegaron a la final, y eso no lo imaginaba mucha gente con anticipación. La selección como carta de presentación para esta instancia pasó de no hacer ni un gol en siete partidos seguidos de eliminatorias a marcar 12 en cinco en esta Copa.

Néstor Lorenzo llegó generando ciertas dudas, no porque no conociera el entorno, después de tanto tiempo al lado de José Pekerman, sino por su poca experiencia dirigiendo como entrenador titular, apenas ocho meses en Melgar de Arequipa. Siempre le gustó buscar más que su maestro el arco rival y no lo ha dejado de hacer nunca al frente de este tren, que juega su tercera final en toda la historia de la competición.

El encuentro frente a los uruguayos se desnaturalizó con la expulsión de Muñoz y lo más fácil era dedicarse a defender en el segundo tiempo y aguantar. Sin embargo, no lo hizo porque sencillamente no le nace, porque cree firmemente que nuestras hechuras tampoco nos lo permiten. Siempre se tuvo disposición a buscar el segundo gol en la medida de lo posible, pensando en que los uruguayos iban a descubrirse atrás. De no ser por la falta de puntería de Uribe y esa última ocasión que erró Lerma de larga distancia, el marcador hubiese sido más amplio.

Ahora se viene el momento soñado ante la campeona del mundo y defensora del título. Argentina no asusta como antes por dos razones fundamentales: la primera, que no ha tenido un juego más que aceptable en el suave camino que le tocó enfrentar para llegar a estas instancias; y la segunda, por el momento nuestro, que con todo y que no vamos a tener al mejor lateral derecho del torneo, somos los de mejor rendimiento colectivo. La historia siempre pesa, ellos han ganado todo, tienen a Messi, que así no esté al 100 %, es el mejor del mundo, y seguramente más gente en el estadio. El fútbol es más que nada presente y mentalidad.

Estos muchachos estaban esperando esta oportunidad toda su vida y no la pueden dejar pasar. No porque no se pueda repetir jugar otra final, pero es que ganar la Copa América así con esa combinación de identidad y fútbol moderno, y contra la favorita y legendaria albiceleste, tendrá gran resonancia y sabría mucho mejor que siempre. Es hora de quitarse de encima ese estigma de que en 2001 era fácil y que ellos gracias a su prepotencia no quisieron jugar en nuestra casa. El destino y el buen fútbol nos pusieron precisamente contra los que casi siempre nos miran por encima del hombro. Puede ser la mejor Colombia en mucho tiempo.

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Andrés Marocco

Por Andrés Marocco

Periodista javeriano. Radioactiva, 88.9, 40 Principales, Caracol Radio. Dementes Deportivas, Telepolémica, Pelotas. Hoy en ESPN. Bumangués, del leopardo.
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luis(18551)15 de julio de 2024 - 12:49 p. m.
El fútbol locombiano es muy malo, es mejor la segunda de España que la primera de aquí. Y sus dirigentes unos ladrones, si no que lo diga Jesurún y compañía. Y así nos va.
Oscar(36876)14 de julio de 2024 - 11:35 p. m.
La del 2001 fue igual de regalada para Colombia cómo puede ser de regalada para Argentina.
Heliodoro(58669)14 de julio de 2024 - 03:52 p. m.
Atenas lo invito a escuchar y comentar el último discurso de Ptro en una universidad de Estados Unidos . Si es capaz de entenderlo y digerirlo.
William(16260)14 de julio de 2024 - 03:30 p. m.
Comparto la columna.
Atenas(06773)14 de julio de 2024 - 02:53 p. m.
Andrés, a más de lo expuesto por todo lo q’ nos significa nuestro seleccionado en ese campeonato en USA, igual nos queda la enorme satisfacción q’ de momento nos abstraemos del horror q’ estamos padeciendo con ese crápula de presidente q’ tenemos, ser infernal como ninguno. Y eso q’ los medios nos ocultan cómo se expresan y cantan los hinchas allá con su estribillo de “Fuera, Petro, fuera”. Atenas.
  • Luis(4156)14 de julio de 2024 - 05:15 p. m.
    No sea falaz sr "atenas" que los medios no ocultan nada que vaya contra Petro, al contrario, lo magnifican.
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