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Colombia no puede darse la licencia de aplazar la clasificación. Hay que asegurar el cupo al mundial de una vez por todas en el partido contra los bolivianos, aún sabiendo que le queda el juego en Venezuela y que Argentina derrotando a la vinotinto nos deposita automáticamente en Estados Unidos, México y Canadá 2026.
Sin ganar este jueves sería una llegada a Norteamérica por el hueco, prácticamente como cualquier indocumentado. Ha sido una eliminatoria irregular en la que se ha demostrado hasta la saciedad que somos una rara mezcla de capacidad y debilidad emocional.
Eso si, hay que ser justos con el tema, generalmente no clasificamos holgados. En este sistema, nuestras segundas vueltas siempre han sido flojas. Con fixtures diferentes. Lo cierto es que nunca nos ha sobrado.
Para 1962 lo logramos contra Perú; en el 90 en repechaje contra Israel; en el 94, en la última fecha contra Argentina, en el 5-0; para 2014 clasificamos en la penúltima jornada con Chile , el 3-3; y en 2018 en la última otra vez con Perú, en el recordado “pacto de Lima”.
Lo que pasa y hace ruido, es que esta vez hay un cupo más y no hemos podido. Nominalmente hablando hay equipo, nadie en Sudamérica puede negar que Colombia debería sufrir menos, pero por costumbre, o por el factor que usted escoja, no podemos llegar a los mundiales con tranquilidad jamás y eso es particularmente llamativo.
La primera vuelta fue bastante buena, pero desde que se pierde la final de la Copa América, la segunda se contagió de desconfianza y desilusión al punto actual en que no se puede ganar un partido de visitante o local en las últimas seis salidas y que además se han perdido puntos increíbles generalmente por distracciones o desatenciones que nos han acompañado desde que disputamos partidos internacionales en todas las categorías.
Es evidente que algo se extravió en el camino de la era de Néstor Lorenzo, que parecía haber rescatado completamente la fiabilidad de la selección, incluso empezando abajo en el marcador.
Se caracterizaba la tricolor de la primera fase oficial y de amistosos por su dinámica, intensidad y efectividad. En el afán nacional de encontrar explicaciones, se ha dicho de todo. Que el técnico no tiene manejo, que pone a los jugadores en las posiciones que no son, que James ya no está para ser titular, que hay rosca, que no hay líderes…
Mi diagnóstico sigue siendo el de columnas anteriores. Cayó muy mal perder una final como la del año pasado y este grupo que es bueno y unido sin duda, no asimila bien la crítica de las inclementes redes sociales.
Seguro que hay errores compartidos, pero no es táctica en mi concepto, sigue siendo un tema emocional. El día que se haga un partido redondo, como el de Argentina en la fecha anterior pero ganando, esto se encarrila otra vez.
Este jueves, primero la seriedad y el respeto al rival, sin mirar la estadística que distrae por la superioridad histórica y salir a jugar como si ya estuviéramos en primera ronda del Mundial y así mereciéndolo, se debe conseguir la victoria anhelada y enmendadora.
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