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18 de marzo

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Antonio Casale
03 de marzo de 2009 - 01:51 a. m.
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Pasaron los meses y nunca se pusieron de acuerdo.

El Estatuto del Jugador, documento indispensable para poner a marchar al fútbol colombiano de una manera limpia y clara para todos los actores del espectáculo, no se ha puesto en marcha y en consecuencia la FIFA ha citado para el 18 de marzo, en Zurich, a los representantes de la Fedefútbol y, por primera vez en la historia, a la Asociación de Futbolistas Profesionales, entidad que representa los intereses de los jugadores, que en muchos casos siguen trabajando con doble contrato, retraso de pagos en seguridad social y demás anomalías que siempre han estado presentes en nuestro fútbol, pero que nunca tomamos en cuenta a la hora de hacer el inventario de las razones por las cuales fracasamos en el plano internacional.

Que la FIFA programe una reunión con las partes involucradas tiene un gran significado por cuanto representa la verdadera intención del máximo ente de este deporte para no darle más largas a un asunto que ha debido ser solucionado hace tiempo, incluso sin necesidad de sindicatos ni asociaciones. No se trata de defender a unos o a otros, sencillamente el Estatuto del Jugador tiene que existir y funcionar, al igual que la cámara de resolución de conflictos con la participación de representantes de todas las partes en juego, para poder ahí sí pedirle a un campeonato profesional que ejerza como tal.

Estamos acostumbrados a exigirles sacrificio y entrega a los jugadores y no entendemos cómo ellos no sudan la camiseta del equipo amado, incluso los tratamos de sinvergüenzas para arriba en muchas ocasiones. Pero la verdad es que detrás de todo eso también está la desfachatez con la que muchos de los dueños del negocio les incumplen a sus empleados con las condiciones mínimas de trabajo. Es verdad, durante el partido responden los jugadores y durante la semana el entrenador, pero si en las neveras de las casas de ellos no hay comida, o si un hijo de alguno se enferma y en el hospital no lo atienden porque su patrón no ha cumplido con las obligaciones que enmarca la ley, el rendimiento del domingo y el amor por la camiseta pasan a un segundo plano. Consecuencia de ello, vienen las crisis deportivas que casi siempre terminan con el despido del técnico de turno y el consecuente relevo de jugadores, pero casi nunca con el cambio en la manera de actuar por parte de quienes administran a una gran cantidad de equipos que presentan estos inconvenientes sin que exista un estatuto que defienda a los jugadores ni les permita desarrollarse libremente como seres humanos, no como esclavos.

Ojalá el 18 de marzo pase a la historia como el día en que nuestro fútbol comenzó a volverse realmente profesional.

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