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Desde lo racional, hay pocos motivos para pensar que Colombia logre ir a la Copa del Mundo de Catar 2022. Una cadena de errores tiene al equipo con un pie afuera del Mundial, pero no viene al caso en este momento recordarlos. El caso es que hay que acudir a lo emocional para intentar la épica y de eso sí que nos falta aprender. Es parte de nuestra idiosincrasia caerle inmisericordemente al que le va mal y no lo es reconocer el inmenso valor que tiene el hecho de atreverse a intentar ganar.
Estamos acostumbrados a exigirles a los demás los resultados que en nuestras propias vidas no podemos obtener y eso incluye una crueldad enorme en contra de nuestros deportistas cuando les va mal. Hecho que solo se puede explicar con la frustración inconsciente que todos cargamos por eso. No hemos aprendido a valorar el camino, pedimos y nos piden resultados a costa de lo que sea. Pero vale la pena aprender de otros países que poco a poco lo han entendido y han sido capaces de lograr cosas inimaginables en el fútbol, a partir de un entorno que, cuando las cosas no van bien, se ha hecho sentir con un parte de confianza.
Basta recordar a la España de 2010. Nunca antes un campeón del mundo comenzó su camino a la conquista de la corona con una derrota y España, la superfavorita, lo hizo. Perdieron contra Suiza en el primer partido de una manera similar a la de Colombia frente a Perú el viernes, pero el entorno, en vez de caerle a su selección, como había sido la costumbre en todos los mundiales, se encargó de rodearla. Les hablo de las redes sociales. Gran parte de la prensa y los jugadores referentes de otros tiempos, sin haberse puesto de acuerdo, le hicieron sentir al grupo que estaban con ellos y que la épica se podía lograr. Tanto fue así, que en la celebración del título, lo primero que hizo Vicente del Bosque fue agradecer el entorno favorable que sintió el grupo tras aquel tropezón. Entendamos que la historia de España en los mundiales hasta ahí era la del eterno favorito que siempre decepcionaba.
Quién se hubiera imaginado que México pudiera ganarle a Alemania, defensora del título, en un Mundial. Solo cabía en la cabeza de su entrenador, Juan Carlos Osorio, y en el corazón de su referente, Chicharito Hernández. Días antes del juego, en una entrevista, se encargó de convencer a la gente con la inolvidable frase: “Imaginémonos cosas chingonas: ¿por qué no le podemos ganar a Alemania? ¿Por qué no?”. La frase se convirtió en tendencia en todo el país. Lo demás es historia.
La historia del fútbol está llena de milagros que se logran a partir de lo emocional, pero para ello se necesita un entorno favorable. En sus redes, Juanfer Quintero indicó que es el momento de montarse al bus. Hagámoslo todos. Total, un mundial sin Colombia sería una enorme oportunidad perdida para unirnos de nuevo como país.
