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Argentina

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Antonio Casale
28 de noviembre de 2022 - 02:30 a. m.
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Pocas veces ha pasado que el campeón del mundo no haya tenido un mal día en camino al séptimo partido. De pronto Brasil en 2002 o Argentina en el 86, con un margen de discusión, tuvieron un rendimiento parejo y alto.

La Francia del 98 sufrió lo indecible contra Paraguay aquel día del gol de oro. Italia en 2006 empató en el segundo partido a un gol con Estados Unidos jugando horrible. España arrancó perdiendo con Suiza en 2010, Alemania de 2014 tuvo que liquidar a Argelia en tiempo extra en una noche para el olvido. Incluso Francia empató en la primera ronda y también sufrió con Perú antes de tomar la recta final rumbo al título obtenido en Moscú.

Lo anterior para decir que no hay razones, tal vez sí emociones, para descalificar a selecciones que todavía no han podido demostrar su favoritismo. Argentina le ganó sufriendo a México después de perder con Arabia, pero se sacudió del mal primer día, tuvo paciencia, metió a su rival atrás y aprovechó la presencia de Messi. No sé si Argentina oprimió el botón de encendido, pero no se le puede descartar todavía.

Tener a Messi no solo no es trampa sino que es una bendición. Lo que no puede pasar es que vuelva a ser reiterativo, como lo fue toda la vida antes de Scaloni, que sus compañeros esperen que él resuelva todo.

Argentina no ha sabido remplazar la línea de tres en el medio que predominó durante el invicto de 36 partidos, conformada por Lo Celso, Paredes y De Paul. Ya sabemos que Lo Celso lesionado no pudo ir, Paredes es suplente porque anda mal y solo queda De Paul, en la que tampoco es su mejor versión. Esa línea era la que respaldaba colectivamente al ataque, la que protegía tras pérdida al equipo de sufrir atrás. Y fue por la solidez conseguida con ellos que se consiguieron la Copa América, cabalgaron la eliminatoria y los ojos del mundo voltearon a mirarlos con ilusión.

El del sábado era un partido para sacarse la presión de la cabeza que implicó una derrota inesperada ante Arabia. Era un partido para ganarlo independientemente de la manera en que se hiciera y así fue. No es poca cosa. Ahora viene Polonia y los europeos no necesariamente están clasificados. Una derrota los pondría a pelear con el ganador del juego México y Arabia Saudita a través de la diferencia de gol.

En ese escenario, los de Lewandowski no van a cerrarse atrás, como lo hizo México, y con espacios Argentina podría jugar a placer para seguir creciendo en aras de pelear por validar el favoritismo que se ganó en la cancha con buen fútbol. Esto no es como comienza sino como termina.

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