Mientras el nuevo mayor accionista de Millonarios argumenta que recibió al equipo en déficit económico, aunque los libros contables oficiales, vigilados por el Gobierno como pocos, demuestran lo contrario, el equipo en lo deportivo se hace pedazos.
Olvidan los nuevos dueños que la razón de ser de Millonarios es la parte deportiva. En ese sentido se han equivocado desde que entraron. Las disputas entre Serpa y Ortiz han ocasionado que todo lo que había al momento de la salida del segundo, sin importar si era malo o bueno, le supo a feo al primero.
Como en todos los procesos humanos, hay aspectos positivos y negativos. Es un hecho cierto que a la refundación emprendida por José Roberto Arango, continuada por quienes adquirieron los paquetes accionarios, vigilados de cerca por el Gobierno, les funcionó el equipo de fútbol. Un título de Liga, uno de Copa, semifinales de Suramericana y otro subcampeonato de Copa dan cuenta de ello. Incluso la era Lillo arrancó bien; un penalti sacó a Millonarios de la final.
Pero Serpa, desde antes de quedarse con la mayoría accionaria, quería acabar con el proceso simplemente porque no era su jugada. Desde la época en que propuso quitarle una estrella del escudo a Millonarios, no era bien visto entre los entonces mayores accionistas. Después filtró a la prensa las cifras de los sueldos de Lillo y compañía, nunca oficializadas, y desde que llegó se encargó de disminuir el proceso español a su mínima expresión.
Serpa lo logró, su enorme ego debe estar satisfecho, pero el equipo que más dinero recibió en 2013, hoy está quebrado, juega mal al fútbol, hizo el ridículo cuando jugó contra los rivales más importantes y ahora culpa a sus antecesores de la debacle.
Para apagar el incendio han traído a Ricardo Lunari, pero el argentino no comenzó bien. El sábado se evidenció que no conoce a sus jugadores. Seguramente cuando lo haga se dará cuenta de que está rodeado de un grupo de voluntariosos muchachos, pero con pocas bondades futbolísticas. Cuenta también con unos cinco o seis futbolistas de primer nivel, insuficientes para pelear como lo exige el linaje azul.
El estratega argentino tendrá que armar un grupo tácticamente disciplinado, corto entre líneas, menos ofensivo, que busque no perder y en los contragolpes ganar. De lo contrario, las goleadas contra Nacional y Santa Fe serán pan de cada fecha ante cualquier rival, aunque el principal adversario de este Millos sea su propio dueño, por ahora enfrascado en disputas de egos pero desorientado del aspecto deportivo, que es en últimas, el único importante para sus seguidores.