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Recuerdo con gratitud aquella tarde de fútbol dominical, reunido con mi familia y los Arciniegas y los Feres, amigos de mi papá.
Jugaban Colombia e Israel por el repechaje que brindaba un cupo para el mundial de Italia 90. Inolvidable la imagen de los jugadores rivales fundidos en el calor barranquillero, como inolvidable la jugada de Albeiro Usuriaga entrando al área con su tranco equino, único en su especie, definiendo como los dioses, para poner la puntada definitiva de una clasificación a un mundial, esquiva por 28 años.
Hoy, después de 13 años de sequía mundialista, y otras tantas tardes inolvidables, como aquella de la eliminatoria al Mundial del 94, donde Iván René Valenciano se inmortalizó gracias a su actuación frente a Argentina, el equipo de todos vuelve a Barranquilla, lugar en el cual, al cabo de 23 partidos oficiales, ha ganado 15, empatado 4 y perdido 4.
En Barranquilla, Colombia clasificó a tres mundiales, pero también quedó eliminada de uno. Lo cierto es que esta vez, como las primeras tres, tenemos un equipo que invita a soñar; y, si bien es cierto que los jugadores son los que definen, factores como el clima de Barranquilla, el calor de su gente, el folclor de su cultura, que permiten que el equipo nacional se pueda divertir jugando mientras el rival se muere de miedo, ayudan a soñar.
Leonel, líder indiscutible dentro de la cancha en varios de esos 23 encuentros, sabe bien cómo se puede poner a favor el factor barranquillero en el plano futbolístico. Esa parte anímica y la fortaleza mental están garantizadas en cuanto a manejo por parte del DT.
Ahora, en lo futbolístico, esta selección mostró frente a Bolivia cosas interesantes en cuanto a la correspondencia entre la naturaleza ofensiva de sus jugadores y lo planteado por el entrenador. Vimos un equipo arriesgado y responsable. Ahora bien, la vida cambia con el paso de los días y ese gran momento de Falcao y Teo, así como de Dayro Moreno y James Rodríguez, parece haber pasado, al menos en sus equipos.
Es menester que Leonel tenga claro lo anterior, para aprovechar los pocos días de preparación previos a los partidos frente a Venezuela y Argentina y así poner a los jugadores ofensivos a punto.
Equilibrio en la mitad con dos hombres netos de marca, tenencia de pelota para desgastar al rival en el calor y la humedad de Barranquilla, profundidad y eficacia de los hombres de adelante y lograr que se sienta la cancha del Metropolitano como una olla para los rivales, serán las claves para picar en punta. Y para lograrlo, es necesario que empujemos todos, como un equipo, como un país que está volviendo a sentir como propio al equipo de todos. De momento, Barranquilla pondrá lo suyo. Esperamos que la selección asuma su compromiso.
