Lo dijo en uno de los programas de mayor credibilidad de la televisión de Estados Unidos, 60 minutos, de la CBS. El ingeniero húngaro Istvan Varjas aseguró que el uso de bicicletas con motor, o dopaje tecnológico, en el ciclismo de alta competencia es un hecho. Aseguró que él mismo construye unas doce al año y explicó cómo funcionan.
Alguno dirá que son rumores y que hasta que se demuestre su uso (por ahora solamente se ha comprobado un caso, el de la ciclomontañista belga Femke van Driesche) no se puede asegurar que es una realidad.
Pero el ciclismo ya estuvo envuelto en el mayor escándalo por dopaje orgánico sistemático de la historia. Antes de que todo se supiera, sus dirigentes y protagonistas, en la generalidad, intentaron esconderlo hasta cuando fue imposible porque las autoridades policíacas hicieron su trabajo. Fue sólo en ese momento que la UCI y los actores de este deporte, cuando vieron que el negocio se les podría acabar, tomaron los correctivos necesarios para enderezar el camino.
Hoy el ciclismo goza de buena salud. Incluso hay quienes indican que el regreso de los pedalistas nacionales a la élite se debe en buena medida a que otra vez están compitiendo en igualdad de condiciones. Puede ser. Lo cierto es que tras las acciones tomadas para reencontrar la grandeza y la memoria corta del inconsciente colectivo, la gente se volvió a enganchar.
Todos admiramos, de nuevo, a esos héroes capaces de recorrer cientos de kilómetros bajo las condiciones más hostiles de clima y topografía en media docena de horas, para hacerlo de nuevo al siguiente día. Equipos como el Sky, de Chris Froome, anunciaron en su creación que el primer punto de su filosofía sería respetar siempre el juego limpio.
Pero el ciclismo no goza de credibilidad por obvias razones. La UCI tiene la obligación de investigar cuáles son los intereses del ingeniero Varjas para asegurar la existencia de las bicicletas con motor en el ciclismo de alta competencia. Los controles parece que no funcionan, como en tiempos del dopaje con EPO. Ojalá no tengan que esperar a que la policía actúe para tomar medidas.
Para nuestros héroes ciclistas nacionales también es vital que se esclarezca el panorama lo antes posible. Ellos son espejo de valores positivos en una sociedad cada vez más podrida por dentro y necesitada de este tipo de personajes, capaces de ganar sin hacer trampa, que nos permitan pensar que todo puede mejorar algún día.
Lo dijo en uno de los programas de mayor credibilidad de la televisión de Estados Unidos, 60 minutos, de la CBS. El ingeniero húngaro Istvan Varjas aseguró que el uso de bicicletas con motor, o dopaje tecnológico, en el ciclismo de alta competencia es un hecho. Aseguró que él mismo construye unas doce al año y explicó cómo funcionan.
Alguno dirá que son rumores y que hasta que se demuestre su uso (por ahora solamente se ha comprobado un caso, el de la ciclomontañista belga Femke van Driesche) no se puede asegurar que es una realidad.
Pero el ciclismo ya estuvo envuelto en el mayor escándalo por dopaje orgánico sistemático de la historia. Antes de que todo se supiera, sus dirigentes y protagonistas, en la generalidad, intentaron esconderlo hasta cuando fue imposible porque las autoridades policíacas hicieron su trabajo. Fue sólo en ese momento que la UCI y los actores de este deporte, cuando vieron que el negocio se les podría acabar, tomaron los correctivos necesarios para enderezar el camino.
Hoy el ciclismo goza de buena salud. Incluso hay quienes indican que el regreso de los pedalistas nacionales a la élite se debe en buena medida a que otra vez están compitiendo en igualdad de condiciones. Puede ser. Lo cierto es que tras las acciones tomadas para reencontrar la grandeza y la memoria corta del inconsciente colectivo, la gente se volvió a enganchar.
Todos admiramos, de nuevo, a esos héroes capaces de recorrer cientos de kilómetros bajo las condiciones más hostiles de clima y topografía en media docena de horas, para hacerlo de nuevo al siguiente día. Equipos como el Sky, de Chris Froome, anunciaron en su creación que el primer punto de su filosofía sería respetar siempre el juego limpio.
Pero el ciclismo no goza de credibilidad por obvias razones. La UCI tiene la obligación de investigar cuáles son los intereses del ingeniero Varjas para asegurar la existencia de las bicicletas con motor en el ciclismo de alta competencia. Los controles parece que no funcionan, como en tiempos del dopaje con EPO. Ojalá no tengan que esperar a que la policía actúe para tomar medidas.
Para nuestros héroes ciclistas nacionales también es vital que se esclarezca el panorama lo antes posible. Ellos son espejo de valores positivos en una sociedad cada vez más podrida por dentro y necesitada de este tipo de personajes, capaces de ganar sin hacer trampa, que nos permitan pensar que todo puede mejorar algún día.