Los mensajes sobre la manera como están trabajando en la Federación Colombiana de Fútbol son positivos.
En tiempos de Luis Bedoya, la comunicación con José Pékerman se daba exclusivamente entre ellos. Nadie sabía lo que pasaba y el argentino estaba quedando como el hombre prepotente que sólo le rendía cuentas al entonces presidente. Esto no cayó nada bien entre los demás directivos y cuando cayó Bedoya asumieron con cierta prevención la relación con el argentino.
Pero en una demostración de sabiduría, el argentino accedió de una manera proactiva a las exigencias de sus nuevos jefes. Reuniones mensuales con el comité ejecutivo, presentación de informes de gestión, microciclos con jugadores del fútbol local y establecer un puente con el técnico de la selección juvenil, hacen parte de una nueva manera de trabajar.
Hace un año era impensado que Piscis Restrepo, técnico del equipo olímpico, hiciera parte del cuerpo técnico de la selección absoluta. El canal de comunicación estaba cerrado, no existía. Más allá de que las circunstancias lo exigen porque la Copa América y los Olímpicos requieren de un trabajo mancomunado, no ha sido la constante histórica que este tipo de fusiones se realicen. Esta comunión entre Pékerman y Piscis es el primer gran acierto del nuevo presidente Ramón Jesurún.
Por los lados de la Dimayor las cosas también marchan mejor. El nuevo presidente, Jorge Perdomo, suma más aciertos que errores en sus primeros meses de gestión. Lo primero que hizo fue rodearse de un círculo de profesionales jóvenes, emprendedores y con ideas frescas. De ahí se desprenden hechos concretos como las medidas para batallar contra la inseguridad en los estadios trabajando de la mano con el Estado que se anunciaron la semana pasada, la auditoría sobre las cuentas de sus afiliados para que el dinero que reciben sea invertido en el fútbol y la renovación del jugoso contrato de televisión con Win. Ya trabajan en proyectos que se ejecutarán a corto plazo, como la creación de la liga femenina y la reforma de estatutos para que entre otras cosas no sigan existiendo equipos fantasmas que cambian de ciudad y de dueño como si nada. El gran pendiente sigue siendo la relación con el gremio que representa a los futbolistas, Acolfutpro. Ya es hora de que las dos partes busquen puntos de encuentro para que los jugadores tengan voz y voto en las decisiones trascendentales del fútbol.
Jesurún y Perdomo han innovado en sus primeros meses de gestión. Tienen una piedra en el zapato con la que tendrán que lidiar, la vetusta estructura del fútbol aficionado, que tiene mucho poder en cabeza de Álvaro González, un directivo que encarna viejas mañas y que en cualquier momento se puede atravesar en sus buenas intenciones. Ojalá sigan por ese camino, porque si lo institucional marcha bien, lo deportivo, que es lo que nos importa a todos, tiene más posibilidades de salir mejor.
