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La buena suerte es consecuencia de la constancia en la búsqueda de los objetivos. Hay quienes no la tienen, como Perú. En cambio, la selección de Colombia tiene la fortuna de contar con ella. Casi nunca fue así a través de la historia futbolera del equipo de todos. En tiempos de Pékerman la cosa cambió y ojalá siga así, pero no hay que abusar.
Los goles convertidos en los últimos minutos, ajenos al trámite del partido, que significan puntos cruciales en esta eliminatoria, han sido fundamentales para que la tabla todavía nos sonría. No solo los que significaron estos cuatro puntos ante Paraguay y Uruguay nos han salvado una mala tarde. Ya Edwin Cardona le había entregado el triunfo al equipo de todos ante Bolivia en el minuto 91. En total son cinco puntos que se han conseguido sobre el final. Sin ellos estaríamos al borde del abismo. Para conseguirlos se necesitó, además de perseverancia, buena suerte.
Si es por la manera de jugar al fútbol, seamos claros, los cuatro puntos obtenidos ante Paraguay y Uruguay son un botín generoso para un equipo que no tuvo claridad en ataque en ninguno de los dos juegos.
Salvo la perseverancia de Cuadrado, algunos destellos de Cardona y la fe que nunca perdieron los muchachos, no hay mucho para rescatar en esa materia. Nótese que estamos resaltando opciones que pasan por las cualidades individuales y por el espíritu deportivo, requisitos indispensables para vestir la camiseta de un país. En lo colectivo no hay soluciones.
Alguno dirá que faltó James, pero con el diez tampoco ha aparecido la claridad después del mundial. Cierto es eso sí que el del Madrid es capaz de cambiar la historia de un partido en una jugada.
En cuanto a lo positivo, Colombia volvió a tener equilibrio. El regreso de Aguilar aportó no solo en esa materia. Abel es sinónimo de carácter y liderazgo dentro de la cancha, algo que se había perdido.
Se espera el pronto regreso de James, Teo y, por qué no, de Falcao. Ellos completarían la base del mundial pasado, lo cual tiene tanto de bueno como de malo. Lo positivo es que con ellos estarían aseguradas más opciones ofensivas colectivas. Lo malo es que la tan anunciada renovación recibiría un golpe duro.
Muriel, Cardona, Pérez, Berrío, Bacca y compañía son buenos jugadores, pero todavía muy distantes de lo que sus antecesores nos pueden brindar si están en condiciones físicas de competir. Al equipo de todos le sale todo bien en materia de resultados. Hasta los marcadores de los rivales suelen favorecerle, pero llegó la hora de acompañar las ganas y el equilibrio con algo de claridad ofensiva colectiva. La buena suerte se puede acabar.
