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Chiquilladas

Antonio Casale

04 de mayo de 2009 - 10:28 p. m.

De manera sorpresiva Luis Augusto García será nombrado oficialmente hoy como nuevo entrenador de Millos. Una decisión sorprendente desde cualquier punto de vista que tiene tanto de bueno como de malo, y no resiste ni resistirá medias tintas en materia de resultados.

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Lo bueno está enmarcado en dos aspectos. Como entrenador siempre que estuvo al frente del azul obtuvo logros importantes, títulos locales en el 87 y 88, así como la Merconorte en 2001, único campeonato internacional obtenido por la institución en su historia, y el máximo invicto de un equipo colombiano por torneo doméstico, con 29 fechas sin caer en 1999. Además, en su hoja de vida reposan otros títulos con América de Cali, Tolima y Saprissa de Costa Rica.

Aparte de eso, García se ha desempeñado con éxito deportivo al frente de las divisiones menores del otrora conjunto embajador, obteniendo el año pasado el título de la primera C, que no se lograba desde 1991, y aportando jugadores para selecciones de Colombia juveniles como Álex Díaz, Leonardo Castro o Wilson Cuero. Tal vez el único activo deportivo con el que hoy cuenta el equipo azul es su cantera, y si de armar un proceso con jugadores de la casa, jóvenes y con sentido de pertenencia se trata, El Chiqui es el indicado.

El factor en contra es la tribuna que al unísono le exige su retiro del club como accionista, pues a los resultados recientes del equipo se le suma que varios son los entrenadores quienes a su retiro han dejado un halo de duda sobre su actuación como jefe y accionista. Sin embargo, esa es la misma tribuna que en 1999 celebraba su regreso a Millonarios como si se tratara de Dios. “Miren, miren, qué locura, miren, miren, qué pasión, debe ser el ‘profe Chiqui’ que volvió a Millos para ser campeón”, gritaban en aquella ocasión los comandos enloquecidos con el beneplácito de occidental y oriental, demostrando una vez más que la afición baila al son de los resultados.

Lo cierto es que si bien García no ha convencido como accionista, su hoja de vida como entrenador no se puede discutir, y el nuevo DT hará uso de ella para intentar salvar los muebles de una administración que tiene aburrida a la hinchada por culpa de los malos resultados. Si de algo podemos estar seguros, es que al que menos le conviene que le vaya mal al equipo en esta ocasión es al propio García, quien se juega su cartucho y esta vez le pondrá el pecho a la brisa como tantas veces en los últimos años se lo pedimos. Buena suerte profesor, Bogotá necesita que sus equipos estén a la altura de la capital.

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