Es un circo Millonarios y no propiamente el del Sol. Los hinchas azules se han convertido en objeto de burla permanente en colegios, universidades, pasillos de oficinas y callejones del país.
Nada más injusto para una afición tan numerosa y fiel como la del otrora más veces campeón. A continuación una breve descripción de los integrantes de este espectáculo que se presenta cada 15 días como los circos de medio pelo, junto al coliseo El Campín.
Los payasos. Un miembro de la junta directiva que representa al Gobierno, pero que curiosamente ya no hace parte de él, salió a declarar en su afán de ser protagonista de novela que desde hace seis días estaba confirmado el nombramiento de Luis García como entrenador, en caso de que el equipo perdiera en Neiva. Y El Chiqui, que ya estaba listo para poner la cara desde el banco, se arrepintió, prefiriendo seguir al frente de las divisiones menores. En consecuencia, el capítulo Quintabani continuará a pesar de haber perdido el norte. Entre tanto, el presidente “administrando ando”, no encuentra los resultados deportivos que avalen su gestión y en diversos sectores piden, como es apenas lógico, su cabeza, tal como sucedió con Feoli, León, Robles y Franco.
El malabarista. Un jugador de más de 30 años, jugando en una pierna porque la otra ya no le sirve para jugar fútbol profesional, se ha convertido en puerta franca de las delanteras contrarias. Sus compañeros corren y corren para corregir sus errores y los únicos que no se dan cuenta son el técnico y el mismo jugador, quien cobra y recibe beneficios extradeportivos como ningún otro.
Los tigres. Algunos jugadores, con experiencia suficiente, muestran ganas, pero se dejan sacar los partidos del bolsillo como si fueran novatos. Otros tantos han demostrado ser fieras, pero para beber y cobrar.
Los cachorros embajadores. A los jugadores ascendidos de las divisiones menores no los miran a pesar de sus capacidades. Alex Díaz, Leonardo Castro, Pedro Franco y Wilson Cuero son de selecciones Colombia y si los tigres no pueden, ¿por qué no intentar con los cachorros?
El domador. Quintabani es el de turno, nadie puede negar su capacidad, pero este circo es especial, y al igual que sus antecesores, no ha podido encarrilar a sus dirigidos.
Los lanzallamas. Los que luchan por el poder en los Comandos, luchan por sectores.
Este circo es muy parecido al de los Hermanos Gasca, todos los años es igual y siempre se llena, aunque el público termine cada temporada más triste que la anterior. “Y después no digas que no te avisamos...”.