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Que sirva de ejemplo la hazaña de la tenista belga Kim Clijsters para el fútbol colombiano. No es la más alta ni la más corpulenta, no es la más fuerte ni la de los mejores golpes en el circuito. Se retiró del tenis profesional a sus 24 años en 2007 por dos razones: sus múltiples lesiones y, la más importante, sería mamá.
A mitad de año, totalmente retirada de cualquier actividad deportiva, dedicada a su bebé, fue invitada a jugar una exhibición junto a Steffi Graf y Andre Agassi para inaugurar el techo del mítico All England, club donde se juega Wimbledon, algo así como el Maracaná del tenis. Allí alguien le sugirió que volviera al circuito, ella no lo pensó mucho a pesar de lo difícil que sería volver a la élite del tenis mundial, dos años inactiva y su maternidad parecían demasiada ventaja.
Pero ella asumió el reto y tras tres meses de preparación y apenas tres torneos jugados, recibió una carta de invitación para jugar el US Open, cuarto Grand Slam de la temporada. Lo que nadie esperaba era que fuera campeona, dejando en el camino a las dueñas de casa, Venus y Serena Williams, con la contundencia propia de una deportista de élite que incluye en su preparación con idéntica importancia la parte física, técnica y mental, Clijsters tuvo claro que mientras estos tres factores estén a la altura, no existe ningún objetivo inalcanzable. Diseñó un plan hecho para ganar, y lo logró convirtiéndose además en la primera mamá en conseguir jugar la final de este histórico torneo desde 1980.
Muchos de nuestros directivos, entrenadores y futbolistas hacen exactamente todo lo contrario de la Clijsters, no se planea correctamente nada, la parte mental no es tenida en cuenta en ningún lado, en las convocatorias de selección de Colombia siguen existiendo intereses ajenos al deportivo y la disposición estratégica en la cancha corresponde a un país temeroso y cobarde que ya no se anima a querer ganar. El plan es tan triste como la cara de nuestro querido Lara y tan opuesto al semblante de mamá Kim, quien demostró que no siempre hay que tener las mejores armas para lograr objetivos; planeando y ejecutando las cosas bien, también se puede llegar.
