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Es más común ver casos de éxito entre los disciplinados que no son tan talentosos que entre los talentosos que no son disciplinados. En ese sentido, la selección Colombia sub-20 ha crecido dentro del suramericano de la categoría a partir de la disciplina, las ganas, el orden y la valentía; valores que hacen parte fundamental del juego. Por eso, no es correcto afirmar que al equipo le falta fútbol. Tal vez le cueste encontrar claridad ofensiva, pero es que este deporte tiene muchos ingredientes adicionales al más visible, que es la manera de atacar. Además, el carácter siempre ha sido una materia pendiente de nuestro fútbol y a esta selección le sobra.
Lo primero es su capacidad para solucionar problemas. Esa fue la gran virtud contra Paraguay, Perú y Argentina. Ante la imposibilidad de ser claros con la pelota, los jugadores y su cuerpo técnico encontraron la manera de salir adelante siempre dentro del reglamento y con variantes que, aunque a muchos no los convenzan, lograron su objetivo.
Lo segundo es su seguridad defensiva. Apenas dos goles recibidos en cuatro partidos dan cuenta de ello. Los centrales han estado seguros y conocen su trabajo. Los laterales tienen claro el momento para salir y el momento para marcar. En ese puesto ilusiona ver a Ocampo o Mina por derecha o a Salazar por izquierda. Es que el de lateral es el lugar en el que más problemas hemos tenido en el equipo de mayores y, en últimas, de lo que se trata de es de formar futbolistas para la élite. Que no se nos olvide que desde que se fueron Zúñiga y Armero esos lugares no han sido ocupados de la mejor manera.
Lo tercero es su capacidad para mantener el equipo corto siempre, retroceder de manera sincronizada tras perder la pelota, recuperarla y pasar al ataque de nuevo utilizando las bandas.
También, desde luego, hay oportunidades de mejora evidentes. La falta de un nueve con gol hace que nos preguntemos por algún ausente de la convocatoria. Al pobre Caraballo hay que terminar de formarlo y lo mismo pasa con Zuleta. Por ahora, los goles los marcan los volantes. Y hablando de volantes, la capacidad individual de Gustavo Puerta es una grata noticia pensada a futuro. Que no se nos olvide que el otro gran problema que ha tenido la selección de mayores en los últimos tiempos es la dificultad para llevar la pelota a los atacantes. En Puerta se prende una luz de esperanza para ese lugar.
Marquinez, el arquero, no ha sido del todo exigido porque ha estado bien respaldado por su defensa, pero se muestra inseguro. Esperemos que crezca en el hexagonal final.
Toda va mejor de lo que pensábamos cuando esto arrancó, pero todavía no se ha conseguido la meta. Para ir al mundial será necesario ganarse uno de los cuatro cupos y ese es el objetivo. Lo cierto es que hay individualidades capaces de marcar diferencia, hay carácter y ya se ve parte del trabajo colectivo que se necesita para conseguirla.
