Se da por sentado que la eliminatoria suramericana es el torneo de fútbol más difícil del mundo, y la evidencia demuestra que una cosa es el nivel de dificultad y otra la competitividad. Es verdad que tiene un nivel de dificultad alto. Los viajes en Suramérica son largos entre países, y más cuando las principales estrellas del continente vienen de Europa. Ellos en diez días tienen que adaptarse al cambio de horario, de clima según la estación que se esté viviendo allá y demás dificultades propias de este tipo de viajes. Es una liga de 18 fechas que se extiende a lo largo de tres años, lo que hace que los seleccionadores tengan que gestionar los momentos de sus futbolistas según se vayan dando las cosas. En muchos casos afrontan cambios generacionales dentro de ese ciclo.
Pero, ¡hey! Es el único torneo del mundo que tiene cuatro campeones, que son los que clasifican al mundial. Aquí da lo mismo ser primero que cuarto, lo que abiertamente premia la mediocridad. En cambio en Europa, por ejemplo, Portugal (con el 70 % de rendimiento en la eliminatoria), tras un tropiezo ante Serbia, fue enviado al repechaje en donde si se da la lógica enfrentará a Italia, invicto con un 66 % de rendimiento, pero que en el último juego frente a Irlanda del Norte no pudo pasar del empate. Uno de los dos últimos campeones de Europa se quedará sin Mundial.
Mientras tanto en Suramérica, Colombia, con un mediocre 40 % de rendimiento y tras uno y otro tropiezo (Ecuador, Paraguay, Bolivia, etc.), está en este momento adentro del Mundial. Es verdad que no siempre ha sido así, porque normalmente se clasifica con un bajísimo 50 % de rendimiento, igual, después de muchas dificultades.
En Europa clasifica únicamente el primero de cada grupo y cada grupo es conformado por cinco o seis países, entre los cuales hay dos que pueden ser parejos, como fue el caso del grupo de Italia, que incluía a Suiza, y el de Portugal, a Serbia. En otros grupos, aunque en menor medida, España corrió sus riesgos y pasó aceite enfrentando a Suecia y a Grecia, y Croacia envió a Rusia al repechaje.
La evidencia demuestra que desde que se juega la eliminatoria suramericana a dos vueltas de todos contra todos para otorgar el cupo a cuatro países que se pueden dar el lujo de dar ventajas durante buena parte de los años que dure la competición. Desde que esto comenzó, rumbo a Francia 98, el continente solamente ha ganado un Mundial: Brasil, en 2002, y ha llegado a una final: Argentina, en 2014, cuando habitualmente se turnaba el título con Europa. Desde luego no es este el único factor que influye para que sea así, pero la competitividad comienza en casa. Una cosa es que sea difícil y otra es que sea mediocre. Nuestra eliminatoria es las dos cosas.