En la vida lo único que se puede hacer es lo que está en las manos de uno. Por eso los imponderables deben tenerse en cuenta a la hora de establecer los objetivos. Lo mismo pasa en el deporte, de hecho, el deporte es la mejor muestra de ello.
Es la pelota que pega en la red y se devuelve en vez de pasar en un matchpoint en tenis, es el penal que falló un jugador en el último minuto o la pelota que pegó en el palo y salió en vez de entrar. Es el cobro en la definición desde el punto penal que no tiene nada que ver con la gestión del entrenador o del presidente del club. En fin, es ese factor externo el que hace muchas veces que lo que va bien tenga cara de crisis.
Por ejemplo la final de la Liga pasada. Si nos desapasionamos podemos ver que tanto Millonarios como Nacional hicieron lo que correspondía, competir para llegar a la final. Lo hicieron y con métodos distintos al no encontrar un ganador en los dos partidos se tuvieron que ir al punto penal. Ahí ganó Millonarios y los cuatro años de proceso de Gamero, que son muchos más desde el plan estratégico que trazó la institución, cobraron validez.
La gente feliz salió a las calles a celebrar. Desde el lado de Nacional, desde luego, fue todo lo contrario, pero supongamos que hubiese sido al revés. Entonces desde el entorno todo el esfuerzo de los azules se hubiera anulado y desde el verde todo se hubiera iluminado.
Lo anterior para significar que los directivos no pueden estar pensando con el corazón, porque la cabeza suele ser mejor consejera cuando de canalizar pasiones se trata. Se entiende la inconformidad de la hinchada al ver que los títulos no llegan o que lo que antes era opulencia ahora es austeridad, o incluso que algunas decisiones sean controvertibles como los permanentes cambios de técnicos o la salida y llegada de algunos futbolistas. Las decisiones racionales tampoco son infalibles, pero los objetivos de los que mandan deben estar enmarcados en los equipos grandes, en lo que significa competir por llegar al partido definitivo.
Por eso las palabras de Enrique Camacho en “Cumbre fútbol”, un evento desarrollado en Bogotá la semana anterior, en el que se reunieron distintas voces de este deporte, levantaron ampolla, pero si las analizamos desde los pies de los que toman las decisiones tiene más sentido ponerse como meta competir por títulos que ganarlos. Esto último debe ser la consecuencia de lo primero.
Dijo Camacho que el objetivo de Millonarios es competir por estar siempre dentro de los dos primeros lugares y no se comprometió con la obtención de campeonatos, porque solo está en manos de su gestión lo primero. Altamente impopular, pero contundentemente cierto.
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