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Nuestro vino

Antonio Casale
19 de julio de 2021 - 01:19 a. m.

“Nuestro vino, aunque amargo, es nuestro vino”, decía José Martí en Cuba. La frase queda perfecta en el contexto de la liga colombiana que comenzó el fin de semana. La queremos, la valoramos por la cercanía de los equipos con la gente, la seguimos; pero qué difícil es traer nuevos hinchas a este asunto. Lo mejor que tiene es ese sentido de pertenencia que nuestros papás, abuelos y demás nos han transmitido generación tras generación por los equipos de las distintas regiones. En las conversaciones familiares, de oficina o universidad siempre será buena idea hablar de nuestra liga desde lo pasional.

El regreso del público a las gradas en algunos estadios, sin duda, le devuelve algo del color perdido ante las deprimentes tribunas vacías y el sonido ambiente de la TV en el que se escuchaban los gritos de los entrenadores y jugadores, pero se extrañaban los cánticos de los hinchas. Creo que todos entendemos que es imposible comparar la calidad de lo que se ve en Colombia con lo que observamos en Europa, Argentina o Brasil y a partir de eso valoramos las buenas intenciones de entrenadores como Osorio, Gamero, “Bolillo” Gómez, Torres o Quintabani, los cinco campeones que arrancaron este torneo en distintos banquillos técnicos. Sus equipos intentan tratar bien la pelota y a sus jugadores y, en medio de la inocencia propia de su inexperiencia, tratan de responderles. Por momentos lo logran.

Pero el sabor se torna amargo cuando observamos que en la dirigencia no existe la más mínima intención de cambiar para mejorar. Nuestros equipos apenas participan en los torneos internacionales sin mayores posibilidades de competir y en eso tiene mucho que ver el formato del campeonato, la imposibilidad de retener jugadores en el medio local, porque la mayoría se va a la primera oferta del exterior y en consecuencia la incapacidad para armar verdaderos procesos.

No es solo cuestión de la crisis económica, maximizada por la pandemia. Hay decisiones que no cuestan plata y podrían traer réditos futuros. Por ejemplo, la reducción de equipos en la A. No puede ser que en la categoría élite compitan cinco clubes más que en la B. Es increíble que durante 19 fechas los equipos grandes puedan dormir largas siestas porque basta con acelerar un poco para meterse entre los ocho finalistas. Por eso, a la hora de los torneos internacionales, en los que se compite en series de eliminación directa o en grupos de cuatro en los que la presión existe desde la primera fecha, los nuestros son fácil presa de los nervios. Es de no creer que cuando se cierra el libro de pases en Colombia, todavía están abiertos la mayoría de los del mercado mundial, haciendo imposible remplazar una eventual partida de última hora.

Clasificar a un torneo internacional, más que un premio, es un castigo porque la definición del torneo local en el primer semestre coincide con la fase de grupos de las copas continentales.

Pero bueno, amargo y todo es nuestro fútbol, quedémonos con lo bueno porque el sabor amargo no va a cambiar.

 

jairo(31960)26 de julio de 2021 - 10:36 p. m.
o sea apoyemos ese bodrio para que usted mantenga su trabajo?
Atenas(06773)19 de julio de 2021 - 02:09 p. m.
¿Dónde le firmó? Tan atinado aserto no admite contrapunto.
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