Esta semana, Millonarios y Medellín definirán su paso a la ronda definitiva previa a la de grupos de la Conmebol Libertadores de este año cuando jueguen contra Universidad Católica y El Nacional respectivamente, series que van empatadas.
El resultado fue lo mejor de lo visto en los partidos de ida. Nada mejor que definir en casa y, si no se juega bien, lo importante es no perder, pero no jugaron bien ninguno de los dos. Lo normal sería que los dos avancen a la siguiente ronda, pero lo normal también será que no lleguen lejos en la Copa.
Los últimos años han sido un verdadero desastre para los equipos nacionales en torneos internacionales. Pasaron varios cursos para que alguno volviera a la segunda ronda de la Libertadores hasta que lo logró el Tolima, el año pasado, pero se comió una goleada histórica en Brasil.
No es falta de talento. Los colombianos tenemos la fortuna de contar con todos los biotipos posibles para formar atletas de alto nivel. Las capacidades naturales de los nuestros saltan a la vista. Basta con ver los partidos de nuestra liga, muchos de ellos son emocionantes porque hay alegría, creatividad y atrevimiento.
Pero a eso hay que sumarle trabajo en otras áreas y, aunque algunos pocos clubes ya lo hacen, el camino por recorrer es largo y los demás nos llevan ya una buena distancia. No es casualidad que Independiente del Valle, de Ecuador, haya ganado dos veces la Copa Suramericana en los últimos años o que Barcelona, de Guayaquil, haya sido semifinalista en 2021 de la Libertadores. Los vecinos tienen un modelo de formación de futbolistas que ya se ha visto en sus selecciones menores y también en la mayor. Tienen una manera de llegar y lo hacen cada vez más frecuentemente. Los suyos son equipos atléticos, de gran despliegue físico y fuerza. A eso le apuestan y les va bien. Ni hablar de argentinos, brasileños y uruguayos.
Pero ahí no para la cosa. Los pobres resultados de los últimos tiempos de nuestros clubes parece que se instauraron en la cabeza de entrenadores y jugadores. Es como si salieran a jugar por el milagro de pasar de fase, sin convencimiento, como si el torneo internacional fuera secundario y ya supieran que hay poco por hacer, cuando la verdad es que si jugaran como lo hacen en nuestra liga estarían muy cerca de competir. Hay que volver a darles el lugar que se merecen a los torneos internacionales. Es cierto que la distancia con argentinos y brasileños es cada vez más grande, pero tampoco es que sean invencibles.
Ojalá esta semana los de Gamero y los de González se suelten un poco, dejen el miedo a quedar eliminados prematuramente y lo cambien por la convicción de hacer historia, pues tienen capacidades.
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