Publicidad

Corazón roto

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Antonio Casale
17 de noviembre de 2009 - 01:50 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Se cumplió la quinta eliminación consecutiva de Millonarios en el torneo colombiano y el corazón de los hinchas se sigue desgarrando. El noble seguidor azul siempre acude a la cita con el equipo, excediéndose en ese optimismo que le dejó la gloria conseguida, pero que desde hace años está perdida.

Que suceda una vez puede ser un accidente, pero que en cinco ocasiones consecutivas el equipo quede por fuera demuestra que se requiere un nuevo camino en lo deportivo y en lo dirigencial. Sin embargo, todos sabemos que eso no va a suceder, no sólo porque quienes están no se van —y nadie los va a sacar por el simple hecho de que son los dueños—, sino porque quienes quieren estar ya estuvieron y también fracasaron.

Tres o cuatro jugadores de la cantera aparecieron por primera vez en muchos años consolidándose en el primer equipo y ese es un paso importante con miras a grandes logros, pero es premio insuficiente para una hinchada ávida de títulos desde hace mucho tiempo. Como si fuera poco, la situación económica ofrece un panorama oscuro, pues un equipo que es eliminado en cinco ocasiones consecutivas no puede aspirar a estar bien de dinero y más si está en Ley de Quiebras. Lo anterior indica que la institución azul está entrando en el tramo definitivo de su historia: y es que la desaparición de Millonarios no se puede descartar. La situación es tan grave que la sociedad bogotana, así como los hinchas que llevamos en el corazón al equipo, tenemos el deber de recibir al enfermo cuando salga moribundo de ese túnel que parece infinito. Podrá sonar romántico, pero es sólo después de tocar fondo que las instituciones se reconstruyen. Por eso esperamos que esta nueva eliminación sea el momento propicio para volver a empezar, porque por ahora somos una hinchada sin equipo, como si viviéramos de un amor platónico.

En 1995, Mauricio Macri inició la reconstrucción de Boca y lo logró hasta el punto de hacerlo uno de los más grandes del mundo. Lo primero que hizo fue llamar a 15 viejas glorias de la institución. Les consultó y los vinculó en el proyecto. Después fortaleció las divisiones menores y contrató pocos pero buenos refuerzos, todo mientras limpiaba la interna dirigencia del club, aspecto que fue indispensable para que todos miraran hacia el mismo lado. Ojalá este ejemplo sirviera de espejo. Es momento de que los dueños busquen líderes nuevos y preparados, que vengan con aire fresco y los dejen trabajar. De lo contrario, seguiremos con el corazón hecho pedazos, desgarrándose y manteniendo ese latido enfermo que se aferra a la vida por esos días de glorias pasadas que ojalá vuelvan algún día.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.