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Poco acostumbrados a grandes triunfos, en Colombia magnificamos las victorias y convertimos en tragedia las derrotas. Es cierto que los nuestros, en el deporte como en la vida, no tenemos fortaleza mental para la victoria.
Es un problema social que no se soluciona con mofas y críticas despiadadas a quienes nos representan en el mundo, es algo que se debe trabajar, y eso se demora. En España también eran campeones del casi, pero aprendieron a ganar tras 20 años de proceso.
Hay cosas que pasan como la que le sucedió al tenista Alejandro Falla el viernes en Copa Davis. Se jugaba el primer día de competencia frente a Brasil por un cupo al repechaje al Grupo Mundial, algo así como clasificar al mundial de fútbol. El país que ganara 3 de los 5 partidos, 4 de sencillos y 1 de dobles, se llevaba la serie. Santiago Giraldo ganó el primer punto para Colombia al vencer al número dos de Brasil, Joao Souza. A segunda hora se enfrentaba Falla con el uno del país rival, Thomaz Bellucci, 41 del mundo y con toda la tribuna en contra. Sin embargo, la cosa comenzó muy bien para el colombiano, ganó cómodamente los dos primeros sets y tenía a tiro un partido que significaría una ventaja casi definitiva en la serie. Pero como en tantas otras ocasiones en nuestro deporte, la victoria se le fue de las manos, lo demás es historia.
Ya le había pasado en Wimbledon 2010 al propio Falla, frente a Federer, el día en que su cita con la inmortalidad tenística se postergó, tal vez para siempre. Le ha sucedido a Giraldo, a Montoya en Fórmula Uno, a Villegas en el PGA Tour, a nuestros boxeadores, a nuestras selecciones de fútbol, a los atletas y hasta a algunos patinadores.
Pero a los grandes del mundo también les pasa. Basta recordar la semifinal del US Open 2011, cuando Federer tenía a Djokovic liquidado pero el serbio se recuperó y terminó propinándole al más grande de la historia una de sus derrotas más dolorosas. Nadal tuvo a tiro a Djokovic en el Australian Open de este año y terminó perdiendo y Roddick en la final de Wimbledon 2009 tuvo a Federer con la manzana en la boca y perdió. Coria tuvo dos puntos para ganar el Roland Garros en 2004 y terminó perdiéndolo frente a Gaudio, fue su única final de Grand Slam. Lo anterior para no hablar de otros deportes en que muchos humanos tuvieron la gloria al alcance de la mano y terminaron con segundos lugares, fáciles de olvidar.
Lo cierto es que a estos grandes monstruos nadie los satanizó cuando perdieron increíblemente. En los países con cultura deportiva desarrollada saben que estas son cosas del deporte y que después de una dura derrota, hay revancha. Hay que fortalecer la mente, y ese, mas allá de Falla, Giraldo, Villegas o Montoya, es un problema de país que ellos intentan superar individualmente.
