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Uno podría decir que el deporte es cruel cuando no se premia a quienes más hacen en pro del espectáculo. En el caso del fútbol, a quienes buscan el arco contrario con más decisión por conquistar la esencia de este deporte, el gol.
Y hasta cierto punto es así. Da pesar ver cómo Neymar, Cristiano Ronaldo y Harry Kane salieron llorando del campo tras la eliminación de Brasil, Portugal e Inglaterra, respectivamente. Sobre todo el caso de Inglaterra es llamativo. Neutralizaron a Mbappé y su corte ofensiva, dominaron de la mitad hacia adelante en todas las materias de análisis y terminaron perdiendo con un tiro aislado de media distancia y un cabezazo de Giroud que se desvió en Maguire. Claro que a Brasil le pasó igual. Dominó el partido en general, buscó y encontró la ventaja con golazo de Neymar, pero en otra jugada aislada un croata pateó para la derecha, pegó en un defensor y salió para la izquierda, el resto de la historia ya la conocemos. Portugal intentó todo y tampoco pudo frente a la concentrada Marruecos.
De las cosas bonitas que tiene el fútbol es que en muchos aspectos se parece a la vida, y la vida no siempre es justa. Cuando eso pasa no hay más que aceptarla con resignación e hidalguía. Pero una cosa es justicia y otra crueldad.
Detrás del convencimiento croata hay un puñado de jugadores que crecieron en medio de una terrible guerra y se acostumbraron a resistir en situaciones límite. Detrás del éxito de Marruecos hay catorce jugadores nacidos y criados en Europa, pero con la alegría característica de sus ancestros del norte de África; el resultado es un equipo concentrado pero desparpajado. Y detrás de esta desequilibrada Francia está un poderoso número de individualidades ofensivas que les permite esperar con paciencia su momento con la tranquilidad de saber que este llegará.
El comienzo de este mundial prometía mejores resultados para los que proponen, pero a la larga se está inclinando por los que reaccionan como Croacia y Marruecos o por los que apuestan al equilibrio, como Francia y Argentina, al igual que en Rusia. Entonces los amantes de lo ofensivo tendrán que reformular sus maneras de cara al futuro, pero no se trata de crueldad, son simplemente maneras de ganar.
