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Dayro Moreno es un futbolista extraordinario que ha tenido que domar su inconsciencia, y como no siempre lo logra no ha llegado tan lejos como su talento se lo hubiera permitido. Primero fue su problema con el trago. Recuerden aquella noche en la que, después de marcarle gol a Argentina en 2007, durante la eliminatoria al Mundial de Sudáfrica, se fue a celebrar a Pananeas, un bar muy famoso que había en Bogotá. Si bien esto fue después del partido y en su tiempo libre, esa jornada marcó una alerta que después se corroboraría con sus correrías nocturnas por los bares de la ciudad donde ha jugado, por supuesto acompañadas de un componente etílico importante. Hace rato que de Dayro no hay malas noticias por cuenta del trago, pero su justificada salida de Nacional demostró que nunca estuvo preparado para el éxito desde lo personal.
Manga Escobar es un delantero dotado de un talento inmenso, parecido al de Dayro. Sus inicios en el Cali son inolvidables. Después de eso ha sido infeliz por donde ha pasado (Estados Unidos, Millonarios, fútbol argentino y Tolima). Este semestre llegó al equipo pijao, famoso por recuperar el talento refundido de muchos jugadores. Para la muestra Robayo, Marco Pérez y Montero, por citar algunos. Pues bien, el pobre Manga acaso si pudo jugar poco en este Tolima que parecía hecho a su medida. Lo único importante que se supo de él fue la manera en que lo despidieron. Llegó a entrenar en un lamentable estado de alicoramiento, se echó en una camilla y se quedó dormido cuando esperaba a quienes le iban a hacer el examen de alcoholemia.
Johan Arango es un volante ofensivo que tiene gol, buena pegada de media distancia, potencia y exquisitez. Pasó por varios equipos del fútbol colombiano mezclando su talento para jugar al fútbol con el de beber. Debió ir a Europa pero terminó en Arabia Saudita, donde es prohibido el consumo de alcohol. Gana mucho dinero pero su lugar, si fuera por sus condiciones, debería estar en la élite. Ojalá la abstinencia no le pase factura.
A Luis Quiñones le dicen en México, donde trabaja, “Tequila” Quiñones. Este delantero fue despedido de casi todos los clubes por donde pasó por cuenta del trago. Hoy en día lucha contra su inconsciencia firmando su mejor temporada en el país azteca al servicio del Toluca, donde ha marcado ocho goles en lo que va corrido del año. Todavía es joven y en una de estas encuentra la regularidad que su talento exige.
Como ellos son muchos los talentos colombianos que se pierden en el camino. Sus errores, además, son castigados con severidad en los medios y en las redes sociales, como si se tratara de los peores asesinos en serie de la historia. Pero ellos no son los culpables.
Su manera de comportarse no es la correcta, pero esa es apenas la consecuencia de algo que está lejos de comenzar a trabajarse con nuestros futbolistas. Los preparan para patear un balón y ganar mucho dinero, pero no para afrontar el éxito y todo lo que eso conlleva.
