Los deportistas de hoy participan en las decisiones que involucran a su actividad, y eso está bien, aunque queden expuestos ante la opinión pública. Han conquistado espacios. Siempre han sido los más importantes, pero, aunque parezca mentira, antes no tenían ni voz ni voto.
Para no ir muy lejos hablemos de fútbol. Parece que fue ayer que la dirigencia de comienzos de siglo le cobró al técnico de la selección Reinaldo Rueda con su salida prematura del cargo el haber permitido que en una concentración se hiciera una reunión de la naciente asociación de futbolistas. Lo cierto es que hasta ese momento los jugadores eran tratados como esclavos, no tenían acceso a los derechos de cualquier trabajador, como lo son sus prestaciones, les pagaban a veces sí y a veces no, la política de contratación era informal y no había manera de hacer justicia en su favor, pues los dirigentes tenían a las autoridades de su lado. Hoy, varios años después, Acolfutpro ha logrado que su profesión sea como cualquiera otra, ningún equipo presenta deudas y, lo que es mejor, la dirigencia ha entendido que promover el bienestar de los deportistas es la mejor manera de hacer que su deporte progrese.
Por eso, que Nairo denuncie irregularidades en el ciclismo está bien. Más allá de que haya tomado partido por el bando perdedor en las elecciones de la Federación, tiene razón en que muchas cosas no funcionan bien. Sus denuncias sobre ciclistas que se ganan su derecho a participar en mundiales pero no cuentan con el apoyo de la federación y otros males evidentes son pan de cada día.
Pero no sólo pasa en Colombia. Varias tenistas se han quejado ante la WTA por aceptar que a María Sharapova le entreguen tarjetas de invitación para participar en torneos de alto nivel. Ellas consideran que, tras cumplir una sanción por dopaje, lo mínimo que debería hacer la rusa es empezar de abajo y acumular los puntos para acceder a estos torneos. Otras, en cambio, creen que ya cumplió su condena y su presencia atrae público y cobertura mediática, lo cual las beneficia a todas. Independientemente de quien tenga la razón, está bien que se expongan los puntos de vista y se construya sobre ellos.
Por lo anterior resulta increíble la manera como se ha querido reducir la participación de Nairo y Mariana en el debate a un problema personal, así como el hecho de que se condene que, equivocados o no, participen de las decisiones de su deporte. Ellos se han ganado el derecho a hacerlo por el simple hecho de ser los que pedalean por la gloria. Además, en las organizaciones modernas todos los actores participan. Es hora de evolucionar.
