Entendiendo que el fútbol es un negocio privado y por ende sus dueños son los únicos que deciden lo que hacen con él, no se puede perder de vista que es un espectáculo de interés público, y así como sus directivos dicen a los cuatro vientos que es la fuente de entretenimiento popular más importante que tiene el país, también deben procurar que ese espectáculo esté al alcance de la mayor cantidad de personas posible.
Plausible la determinación inicial de la Dimayor de abolir la exclusividad de los derechos de transmisión por cable a Telmex y Une. De esa manera, cualquier operador que compre los derechos podrá ofrecer el fútbol a sus abonados. Es así como, hasta hoy, las empresas Directv y Supercable, dos de las más pequeñas en cuanto a su participación actual en el mercado, ya hicieron la inversión correspondiente y a partir de 2012 podrán ofrecer todo el fútbol criollo a sus abonados.
Pero la cosa se enredó para los grandes operadores; Telmex, Une y Telefónica, quienes cuentan con el 75% del mercado, penetrando de manera masiva a los niveles socioeconómicos más populares.
La Dimayor se equivoca al cobrar la misma tarifa. El valor por unidad debe reducirse a mayor cantidad de productos comprados. Los dueños del fútbol pretenden cobrarle lo mismo a quienes tienen pocos abonados, que a quienes tienen muchos. Se equivocan también al pensar que la gente se va a cambiar de cableoperador sólo porque la empresa con la que cuenta cada usuario ya no va a ofrecer el fútbol. Seguramente algunos se cambiarán, pero hay muchos factores que hacen que esta no sea una decisión fácil. Contratos empaquetados con otros servicios como internet, telefonía y demás, haciéndolos mucho más económicos, son apenas algunos temas que pesan en el consumidor a la hora de decidir cambiar.
Las negociaciones están congeladas y lo que en principio parecía ser la masificación del fútbol, con beneficio para todas las partes, terminará siendo un gran negocio para los dueños de los clubes, con repercusión directa sobre unos pocos, los mismos que tienen el privilegio de poder pagar los servicios de tv por suscripción más caros del mercado.
Ojalá cableoperadores y directivos entiendan que el fútbol es mucho más que un negocio. Es una fiesta a la que debemos tener derecho todos y por ende debe ser accesible a la mayor cantidad de personas posible, a pesar de su origen privado. Si usted no tiene cómo cambiarse de operador y es fanático del rentado, lo mejor es que desempolve su viejo radio, o compre uno nuevo, porque para la mayoría, el fútbol por TV se reducirá a los dos partidos que ofrezca RCN.
