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Los colombianos tragamos “sapos” cada vez más a diario y somos expertos en hacerlo. Que los impuestos nuevos, que la polarización política, que los televisores caros, que la inseguridad en las capitales… en fin. El fútbol viene a ser una especie de catarsis para pensar en otra cosa. Sin embargo, la pelota también tiene forma de sapo y se come de cuando en cuando. No solamente es que ya va a comenzar el Mundial y Colombia no estará, como es habitual, porque no se nos puede olvidar que históricamente la excepción ha sido clasificar. Lo que pasa es que, como nos creemos más que los demás, todavía pensamos que esta eliminación es toda una desgracia. Y lo es, pero porque todavía no nos acostumbramos a ser lo que somos.
La semana pasada hubo dos hechos que golpearon nuestro maltrecho ego futbolero. La revista Four Four Two, de Inglaterra, publicó su lista de los cien mejore futbolistas de la historia. Aparte de los obvios (Messi, Pelé, Maradona...) hay mexicanos como Hugo Sánchez, peruanos como Teófilo Cubillas y muchos argentinos, brasileños y uruguayos. No hay ningún colombiano y nosotros que creíamos que James fue uno de los dos o tres mejores del planeta en su momento. En honor a la verdad pudo estar René Higuita, que fue un revolucionario de su puesto; el Pibe Valderrama o el Tino Asprilla, que trascendieron de su profesión a la cultura popular a escala mundial. Pero sus méritos no bastan, Colombia no existe en estos listados porque, a decir verdad, hemos ganado poco. Una Copa América y nada más. Nuestro mejor Mundial fue el de Brasil, con unos cuartos de final alcanzados. Nada más. Esa es la verdad.
Por otra parte, el CIES, centro de estudios y estadísticas del fútbol, publicó un ranking, este sí racional, en el que tuvo en cuenta 74 ligas del mundo para determinar su orden de importancia en cuanto a lo emocionantes que son. Tuvieron en cuenta el promedio de ocasiones de gol por partido de esos torneos y la cantidad de goles que se convierten. La nuestra ocupa el puesto 67… leyó bien: 67 entre 74. Nos superan Venezuela, Ecuador y Bolivia. Dirán los especialistas que la emocionalidad no es un determinante del desempeño de una liga, pero si el fútbol no nos levanta de la silla entonces ¿qué lo puede hacer? No tenemos manera de ser la mejor jugada, porque no hay dinero para traer estrellas. Tampoco se trabaja bien el fútbol formativo, a pesar de que contamos en nuestro país con todos los biotipos posibles para construir grandes equipos.
El mínimo viable entonces debería ser que nos pudiéramos divertir con nuestros equipos, pero eso cada vez es más escaso. El miedo a perder, como en todo lo demás, se tomó a nuestro país. Aprendimos a tragar veneno y eso está bien, pero no deberíamos perder la alegría... al menos en el fútbol.
