He jugado el partido del martes en mi cabeza una y otra vez y estoy más convencido que nunca de que se planteó de una manera correcta.
Colombia puso tres volantes de marca para enfrentar mano a mano y lejos de su puerta a los cinco que pusieron ellos en esa zona. Aun así los primeros 15 minutos fueron de zozobra, aunque solamente generaron una opción en el cabezazo de Kane. Después, Colombia hizo lo que debía, gracias a lo planeado. Le fue quitando a los ingleses su dinamismo, le fue bajando revoluciones al partido, que era lo que correspondía, porque salir mano a mano a atacarnos con ellos hubiera sido un suicidio. La razón es que ellos tienen hombres mucho más rápidos que, con espacios, aprovechan cualquier oportunidad; pregúntenle a Panamá. Nosotros para ir en velocidad solamente tenemos a Cuadrado. El partido jugado a altas velocidades les convenía a ellos.
En cambio cuando el juego bajó revoluciones, ellos perdieron ímpetu y se hicieron atacables. Colombia los supo llevar a su zona de incomodidad, sacándolos del confort que les producía atacar por las bandas y buscar faltas de costado. En una de esas lo aprovecharon. Una falta de Arias, de costado, generó un tiro de esquina y ahí se produjo el penal. En ese momento ellos ya estaban diluidos en el ritmo que le convenía a Colombia y los nuestros ya estaban jugando más en su terreno.
Pero no nos metamos mentiras. Al momento del empate ellos manejaban bien el resultado y sufrían poco. Salvo la opción de Cuadrado, que nació en una pérdida de balón de Walker, los nuestros no habían hecho daño. Pero supieron tener paciencia, sufrir el partido y al final empatarlo.
En el primer tiempo suplementario ellos lucían miedosos, estaban a punto de caer a la lona. Ahí se pudo ser un poco más contundente pero se entiende que en un alargue hay más por perder que por ganar. Una pérdida de pelota arriba podría haber generado un gol en contra definitivo.
En los penales, sencillamente, ellos patearon mejor. Qué se va a hacer, ahí no hay planteamiento que valga.
Nunca sabremos qué hubiera pasado si Colombia salía a buscar a Inglaterra, pero el riesgo era muy alto. Los mundiales se ganan manteniendo el cero en propia puerta a partir de octavos de final. España no recibió ningún gol a partir de esa fase en 2010 y Alemania recibió uno nada más, de parte de Brasil, cuando ya era intrascendente el trámite.
Tan bien se planteó el partido que no se perdió. No vale la pena culpar a la estrategia de Pékerman, ni al árbitro, ni a Bacca. El deporte es cruel a veces, como la vida misma, no le busquemos más y pasemos la página ya. Murieron de pie nuestros guerreros.