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Nacional ganó su título número 36 la semana pasada con la Superliga, el tercero en 54 días. Tremendos números que corresponden a una institución que arma sus equipos para ganar y en consecuencia gana más frecuentemente que sus rivales grandes de Colombia, que se arman solo para competir y que por eso solo ganan de vez en cuando.
La semana pasada me preguntaron en una entrevista si Nacional es el más grande de Colombia. En mi calidad de hincha de Millonarios, sentimiento que tengo desde mucho antes de ser periodista y que no tiene nada que ver con la búsqueda incansable y utópica del equilibrio que exige el oficio, respondí que desde el punto de vista del número de títulos no hay nada que discutir y es que la data no miente. La brecha entre Nacional y los otros en esa materia es cada día más amplia y los verdes no tienen la culpa de que en estos tiempos haya más títulos en disputa (dos Ligas por semestre, la Copa y la Superliga son cosa de este todavía naciente siglo).
Sin embargo pienso que la grandeza tiene matices adicionales al número de títulos. Quienes escribieron la historia desde el comienzo son los que construyeron las bases estructurales para que la evolución se diera. Estamos en un mundo resultadista y lo respeto, pero creo que hay más ingredientes.
Grandeza es la que tuvo Alfonso Senior para, en tiempos en que el fútbol profesional apenas nacía en Colombia, ir a Argentina y aprovechar una huelga de futbolistas para, de manera valiente, atrevida y si se quiere bastante loca, contratar a Alfredo Di Estéfano, Adolfo Pedernera y Julio Cozzi, entre otros. Si hoy se aplaude el esfuerzo que significa traer a Falcao, Juanfer o intentarlo con James, que son colombianos, imagínese lo que sería ir por el Messi de la época y traerlo a jugar acá.
En un libro muy bien documentado que se llama El mejor equipo del mundo el periodista Mauricio Silva Guzmán argumenta las razones por las que el Millonarios de la época fue catalogado como tal, y si no lo fue pegó en el palo. A eso súmele una buena cantidad de títulos a lo largo de la historia y un protagonismo que tan solo se perdió en la última década del siglo pasado y la primera de este.
En segunda instancia ubico a Santa Fe. Desconocerle al primer campeón su tamaño es como quitarle a Uruguay, primer campeón del mundo, el suyo. Además sin la rivalidad del clásico bogotano en las primeras décadas de nuestro fútbol no se podría escribir la historia que conocemos.
América supo llegar a cuatro finales de Libertadores y ganar tantos títulos en línea como nadie en tiempos en que se entregaba una estrella por año y nada más. Todo eso antes de que Nacional se volviera protagonista…y otro día le hablo del Deportivo Cali, protagonista del primer clásico colombiano con Millonarios en los 60 y 70 y primer finalista colombiano en una Libertadores. La grandeza mirada desde el ángulo histórico tiene muchos matices.
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