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El espejo.

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Antonio Casale
08 de septiembre de 2013 - 09:59 p. m.
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Por coincidencia histórica, la semana que pasó se celebraron los veinte años del 5 a 0 sobre Argentina y al día siguiente la virtual clasificación al Mundial de Brasil 2014.

Lo acontecido después de aquella goleada histórica debe servir como espejo de lo que no se debe hacer, de cara a la manera como esta selección debe prepararse para el Mundial del próximo año.

Por el lado de los jugadores no hay dudas. Este es un grupo de hombres que en su mayoría han sido curtidos en Europa, su futuro ya está asegurado en lo económico y la madurez que exige la competencia de hoy seguramente no les va a hacer perder la cabeza ante el elogio o la crítica. Este equipo es un grupo de amigos muy talentosos, unidos por el sano objetivo de lograr la gloria; nadie quiere algo distinto a la consagración.

Los que tenemos que demostrar que la lección está aprendida somos los periodistas, los directivos y los colombianos en general. Es menester no morder el anzuelo del favoritismo. Que el escalafón de la FIFA y los triunfos de los nuestros en sus equipos no nos hagan pensar que Colombia tiene que ser campeón del mundo ni exigirles a estos muchachos, como si fuera algo de vida o muerte, el título en Brasil.

Que la preparación sea la correcta, que los directivos consigan rivales serios que realmente midan al equipo de todos y no se convierta esto en la gira promocional de los patrocinadores. Se habla de Holanda y Bélgica como posibles rivales para iniciar este ciclo. Ojalá sean de esos quilates todos los equipos a los que enfrente la selección.

Que las derrotas —que han de venir, porque en este juego se gana y se pierde— no polaricen al país deportivo. Son muchas las voces y las plumas que aguardan una derrota para ejercer su legítimo derecho a la oposición editorial de las maneras de Pékerman.

No sólo es válido cuestionar al entrenador, es constructivo, siempre que se haga en el marco del respeto por los humanos y por la profesión. Que esa oposición no se ejerza dentro de regionalismos ni amiguismos que tantos daños nos han hecho.

Por último, la afición en general debe recordar, como lo hizo el domingo en El Espectador el gran Francisco Maturana, que son muy pocos los países que han logrado ser campeones del mundo, que España lo logró después de ochenta años de intentarlo y que la historia en los mundiales se escribe a pulso. Por lo anterior, no debemos caer en triunfalismos baratos como en aquella época. Hay equipo para ser protagonistas. Acceder a octavos de final sería digno, llegar a cuartos, toda una proeza. Querer ganar siempre será un derecho para la afición y un deber para los jugadores, pero con los pies en la tierra.

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