Boca Juniors le ganó el sábado, en la última jornada, a Gimnasia y Esgrima de La Plata y se coronó campeón en Argentina después de sacarle del bolsillo el título a River, que no le pudo ganar a Atlético Tucumán y, de paso, se sacudió un poco de la superioridad millonaria de los últimos años. El recién instaurado modelo institucional de los xeneizes comienza a dar resultados muy rápido.
Tras ganar unas elecciones, en diciembre, en las que participaron 38.000 socios en La Bombonera, Jorge Ameal, nuevo presidente, confió la parte deportiva a un líder del equipo, Juan Román Riquelme, quien a su vez conformó el consejo de fútbol bajo la cabeza de otros referentes, Jorge Bermúdez, Raúl Cascini y Marcelo Delgado.
Ellos son los encargados de tomar todas las decisiones relativas al fútbol, desde la conformación de la plantilla de primera división hasta la estrategia de las divisiones menores, pasando por la escogencia de los entrenadores. Tienen voz pero también voto y sus primeras acciones cobran frutos muy rápido.
Lo primero fue llevar un entrenador que conociera la casa. Miguel Ángel Russo supo ganar la Copa Libertadores en 2007 y tocar la gloria con Riquelme como su hombre de confianza. El DT revolvió la nómina, les dio confianza a hombres que estaban borrados, como los colombianos Fabra, Campuzano y Villa, expresó su mensaje simple pero efectivo a sus hombres (equipo corto y rezagado que aprovecha en velocidad la salida por los costados) y muy rápido gritó “¡campeón!”.
Pero hay más. El consejo de fútbol ha decidido que todos los equipos de Boca, desde los menores hasta el primer plantel, jugará con un volante creativo o número 10. Algo loco si se tiene en cuenta que en Europa este puesto se extinguió. Este, sin duda, es un golpe en la mesa que significa, más allá de la situación puntual, una declaración de principios para hacerse dueño de una identidad propia, cosa que los equipos, siempre preocupados únicamente por el resultado, han dejado de buscar. La búsqueda de identidad puede ser un camino largo, pero cuando se logra establecer, sin duda, se convierte en una base sólida capaz de resistir con mayor seguridad las habituales crisis que trae el fútbol.
No es normal que en apenas tres meses Boca haya conseguido su primer título bajo la nueva administración, pero eso de confiar la responsabilidad de tomar las decisiones deportivas a los que jugaron y ganaron títulos no solamente suena lógico y simple, sino que enamora tanto al interior como al entorno de las instituciones.
