El sistema de campeonato del fútbol colombiano es emotivo pero no es eficiente. A pesar de la emoción que le imprime al torneo el hecho de tener muchos equipos peleando a falta de dos fechas para la terminación de la primera parte en busca de casillas a las finales, la gente no termina de aceptar el campeonato como todos quisiéramos.
Apenas tres estadios registraron en la antepenúltima fecha asistencias de más de 10 mil espectadores. La emotividad en la lucha por estar en los ocho se traduce en la emoción para entrar en una lista de invitados que ya parece muy larga, pues la diferencia entre el tercero y el 12 no es ninguna.
Llegados los cuadrangulares está visto que los equipos no aseguran tres buenas taquillas como se piensa, si un equipo pierde puntos importantes en los tres primeros partidos, sus últimos encuentros como local se juegan con estadios vacíos.
El método del descenso a la Primera B es más alcahueta todavía. Sólo un equipo desciende directamente, la brecha gigantesca entre la A y la B hace que el enfrentamiento de la promoción sea muy disparejo. El tema del promedio permite que equipos como Huila, Pasto o Cúcuta hayan paseado todo un año por la A, alimentándola de mediocridad, porque no tienen dinero para pelear en la máxima categoría, pero tampoco tienen líos con el descenso.
Estoy de acuerdo en que con el sistema europeo de enfrentar a todos contra todos a dos vueltas para sacar al campeón se pierde emoción, pero hay ejemplos como el mexicano, que ofrecen emotividad desde el principio hasta el final, tanto arriba como abajo, otorgando a diez equipos que clasifiquen la posibilidad de enfrentarse en llaves directas para eliminarse en una liguilla que asegura al menos una gran taquilla. Abajo deberíamos designar al menos dos cupos de descenso directo y dos de promoción sin promedios. Así fortaleceríamos la B y aseguraríamos que los equipos de la A tuvieran que ponerse las pilas durante todo el año.
Una buena B, eliminaciones directas en la parte final, que los equipos estén siempre en nivel de competencia y emociones arriba y abajo es lo que necesitamos. Tenemos un campeonato emotivo pero requerimos uno igualmente emocionante y que además le ayude a subir el nivel a nuestro fútbol, porque lo que tenemos hoy en día es una alabanza a la mediocridad.