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Tras jugar un partido aceptable frente a la peor Argentina colectiva de los últimos tiempos, y perder como casi siempre, el entrenador al que trajeron para enderezar el rumbo ajustó su tercera derrota, complementada por un empate y una victoria, sumando sólo dos goles anotados, ambos en el mismo partido contra la formación alterna de Bolivia.
Con cuatro puntos de 15 posibles, la Colombia de Lara ahora es octava superando sólo a Perú y Bolivia; el timonazo se dio, pero hacia el abismo, mientras Chile, colero en las eliminatorias para 2002, está a punto de clasificar con el entrenador que estuvo cerca de firmar primero con Colombia, pero que no correspondía a las características manipulables que debe reunir el seleccionador nacional; precisamente esa fue una de las razones por las que no respetaron el proceso de Pinto.
Pero así se maneja nuestro fútbol, anteponiendo los intereses personales sobre los colectivos. Todos se tapan con la misma cobija logrando que las pruebas sean difíciles de conseguir; para eso sí se juntan, pero nunca lo harán para pensar en el país futbolístico.
Italia fue campeón en el Mundial de Alemania sin las mejores individualidades, pero con un colectivo convencido de sus objetivos, tal como su líder Marcello Lippi lo declaró al comienzo de la competición. Para Álex Fergusson primero es la concentración antes que todo lo demás. Arsene Wegner acude a extrañas formas de relajación provenientes de la cultura oriental antes de que sus pupilos salten al terreno de juego; Pep Guardiola pone videos motivacionales. Mientras tanto nuestro querido Lara duró toda la semana diciendo que “lo importante es sumar, no ganar”. Los nuestros tienen innegables cualidades físicas y futbolísticas, pero nunca nadie se preocupa por la parte mental. El momento de definir es de responsabilidad individual, comparable a deportes como el tenis, y Roger Federer, el ahora mejor tenista de la historia, marca la diferencia en su fortaleza mental, soportada en su buena técnica y estado físico.
Pero para eso se necesita un líder de verdad, que en su lenguaje incluya mentalidad ganadora. Lara es bueno descubriendo talentos y dirigiendo a juveniles, pero le falta para liderar a una selección absoluta con el objetivo de clasificar a un Mundial. Claro, pensar en alguien de vanguardia a quien respetarle un proceso a nadie le conviene, se afectan los bolsillos, por eso nadie dice nada y esta semana, cuando como la lógica lo indica le ganemos al moribundo Perú, todo se volverá a olvidar y los defensores a ultranza de Lara, de los mismos creadores del Ferrari santafereño y otras tantas películas de horror de nuestro fútbol, sacarán pecho aprovechando el popular dicho que reza “divide y reinarás”; y por supuesto el pueblo tragará entero.
