Siempre alegres, buena onda, los problemas no nos quitan la sonrisa, atrevidos, valientes, irresponsables incluso desde lo positivo, un tanto mágicos y acostumbrados ya a que nada sea sorpresa, aunque todo nos sorprenda. Así somos los colombianos. Así fue la fiesta del jueves frente a Chile y, como pasa con las fiestas buenas, todavía se habla de lo sucedido.
Rueda puso un equipo que corresponde con los valores descritos, donde el juego ofensivo comenzaba en los pies de los defensas, que podía y pudo pisar el área contraria con muchos futbolistas que tocaban la pelota entre sí mientras se divertían y divertían a la tribuna. Fue un equipo abiertamente desequilibrado ante las circunstancias. No había mañana; de hecho, no hay margen de error en Barranquilla, todo lo que falta de local hay que ganarlo para ir a Catar.
No se entiende que en Bolivia y Paraguay, rivales ante los cuales fuimos superiores a pesar de no generar tantas opciones de gol, no se tuviera la misma disposición ofensiva. El miedo a perder ganó la mano a la hora de plantear esos partidos y terminamos saliendo a lo Queiroz, con cuatro centrales atrás y pocas opciones de construir juego adelante. Lástima, se perdieron dos oportunidades de sumar más puntos.
Antes del partido con Chile señalábamos en los espacios deportivos que la selección no enamoraba como antes. Había un divorcio de la gente con el equipo. Se sentía lejano el equipo del pueblo. Pero el jueves quedó demostrado que el corazón de la gente se conquista y se pierde en la cancha.
La selección de fútbol de un país es lo más parecido a la manera de vivir del mismo, decía Albert Camus. Pues bien, desde que se fue Pékerman eso no pasaba. Por eso el partido del jueves puede ser coyuntural y marcar un nuevo punto de partida en la medida en que se siga jugando así en todas las canchas.
Y eso que James no ha llegado y Muriel y Zapata no estuvieron. Me quiero imaginar el problemón que va a tener Rueda para armar la titular en presencia de ellos, que sin duda cuando vuelvan sumarán. Lo mejor de todo esto es que el entrenador tiene más opciones ofensivas que defensivas.
Se juega como se vive, decía Pacho Maturana. Y, ciertamente, a pesar de los problemas, los colombianos somos un poco lo que la selección expresó el jueves. ¡Así sí!