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Esperanzas

Antonio Casale

12 de junio de 2011 - 06:00 p. m.

Para muchos, la obtención del título del torneo Esperanzas de Toulon, por parte de la selección Sub-20 es un gran triunfo. Para otros es la obtención de un título de un torneo de tres pesos que ni siquiera es avalado por la Fifa.

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Pues ni lo uno ni lo otro. Por un lado, ganar siempre será bueno. Se le devuelve la confianza ganadora a un grupo que quedó muy golpeado tras el Suramericano, y a un país que se mostraba escéptico con el papel que pueda lograr la anfitriona del Mundial. Se demostró que si juegan los mejores de la categoría, incluyendo a James Rodríguez, Duván Zapata, Adolfo Valencia y demás ausentes del Suramericano, las cosas son a otro precio. Y lo más importante, el entrenador volvió por la senda ganadora. Cuando el líder logra cambiar el rumbo de las cosas, también logra afianzar la confianza y el respeto de su grupo.

En lo futbolístico se vio a un equipo con más variantes ofensivas, no sólo por las individualidades anteriormente citadas, sino por las buenas maneras colectivas de visitar las huestes enemigas. Hay orden y convicción para atacar, y eso, en el peor de los casos, le crea problemas al rival.

Pero por otro lado, tenemos que ser conscientes. El torneo de Toulon es un muestrario de futuras estrellas adonde acuden empresarios a observar jugadores. La mayoría de selecciones, actúan con formaciones mixtas y no siempre llevan lo mejor. Llevan lo que está por venderse. Es difícil encontrar un lugar del mundo donde se le dé tanta importancia a este torneo, ni siquiera en Francia, que oficia de local.

En lo futbolístico, Colombia sigue luciendo errático y desordenado para regresar a campo propio, cuando pierde el balón en situación ofensiva. Tiene problemas de marca en la mitad y ninguno de los dos arqueros ofrece garantías reales, siendo Bonilla ligeramente más seguro que Mosquera.

Lo anterior, no es para minimizar el triunfo. Todo lo contrario, quedar campeón para un equipo colombiano no es cosa de todos los días. Alimenta y fortalece la parte mental. Pero tampoco podemos sacar el carro de bomberos por haber ganado un campeonato amistoso. Lo cierto es que la verdadera cita es en el Mundial, y a dos meses del comienzo la cosa ya no pinta tan mal. Hay luz al final del camino, y no se trata de un rayo tenue.

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