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Fútbol y religión

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Antonio Casale
12 de febrero de 2012 - 08:43 p. m.
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Creo en Dios y en los últimos meses, más que nunca, he hecho buenas migas con él; cada día que pasa lo entiendo un poco más.

Soy católico, de esos que no van a misa todos los domingos, pero rezo a diario. Ejerzo mi religión libremente y a nadie tiene por qué importarle. No me gustaría tener que asistir todas las mañanas, al llegar a mi oficina, a un grupo de oración, sólo para que no me califiquen de ser “el diferente del grupo”.

Es que casos similares vemos a diario en el fútbol. En Millos, por ejemplo, al terminar un partido, sea cual sea el resultado, los jugadores se reúnen en círculo para rezar y agradecer al Altísimo, sin importar el resultado. Me pregunto si todos los jugadores están conectados con el Señor, o si algunos lo hacen solamente por hacer parte, literalmente, del equipo.

Mientras en Millonarios esto sucede con el beneplácito del cuerpo técnico, donde consideran que es una manera de mantener unido al grupo espiritualmente, en Brasil acaban de prohibir tales manifestaciones, al menos en las selecciones que representan al país.

Acertadamente, el nuevo director de selecciones brasileñas, Andrés Sánchez, así lo decidió. Su principal argumento es que una de las razones para el fracaso en el Mundial de Sudáfrica fue el elemento distractor que significaron los círculos de oración liderados por Jorginho, asistente de Dunga, en los cuales jugadores claves como Kaká, Felipe Mello y Lucio dedicaban más horas a estos oficios que a concentrarse de cara a la competencia deportiva.

Los grupos de oración pueden servir para que un grupo se sienta más seguro en torno a la consecución de un objetivo, pero resulta poco creíble que todos los jugadores estén de acuerdo con estas prácticas. No me imagino a tipos como George Best haciendo parte de estos círculos de oración. El legendario jugador norirlandés, famoso tanto por su buen fútbol como por su comportamiento non sancto fuera de las canchas, carecería de credibilidad alguna si después de rezar junto a sus compañeros en la cancha hubiese salido a declarar alguna de sus frases célebres como: “En 1969 dejé la bebida y las mujeres. Fueron los peores veinte minutos de mi vida”.

Dios tiene muchos problemas como para que ahora le encomendemos la decisión de quién debe ganar. Es problema de cada quien la religión que ejerce y la manera en que lo hace. También es un ejercicio de libre albedrío compartir la palabra de Dios con nuestros semejantes, pero a la hora del trabajo, a trabajar.

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