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Es verdad que el mundo está convulsionado económicamente, y el fútbol no es la excepción. El mercado de jugadores en este verano europeo está lejos de ser lo que era antes de la pandemia y la guerra entre Ucrania y Rusia.
Con todo y eso, los países suramericanos siguen poniendo jugadores en los grandes equipos del mundo. Julián Álvarez, argentino, pasó de River a Manchester City. Raphinha, la nueva joya brasileña, pasará del Leeds United al Barcelona, y Darwin Núñez, el nuevo goleador uruguayo, a sus 23 años y tras marcar 26 goles y cuatro asistencias en 28 partidos con el Benfica portugués, será el nuevo delantero del Liverpool inglés.
Los colombianos, hasta hace poco exportadores de alto nivel en el continente, no tenemos nada que reportar. Si acaso el paso de Luis Sinisterra del fútbol de Países Bajos al Leeds, tradicional equipo inglés que peleará por no descender. El Cucho Hernández pasó de la Premier League a la creciente MLS, lo cual no deja de ser un descenso en su carrera, y de ahí para abajo poco.
Los veteranos tratan de mantenerse en la élite, pero ya comienzan a facturar lo que puedan en el ocaso de sus carreras. Es el caso de David Ospina, quien cambió al Nápoles por el fútbol árabe; merecido para su bolsillo. A James lo han ofrecido a cuanto equipo importante hay, pero al cierre de esta edición no había nada confirmado. Falcao firmó un año más en España en el pequeño Rayo Vallecano y Duván Zapata suena, pero no se confirma para pasar del Atalanta al Newcastle inglés.
De los jóvenes… ¿cuáles jóvenes?, no hay mucho para reportar. Algunos figuran con poca regularidad en Argentina (Carbonero o Valoyes) y otros en México, pero la verdad es que el panorama es poco prometedor.
Es verdad que la eliminación de la Copa del Mundo desvaloriza al jugador colombiano, pero también es cierto que a pesar del talento silvestre que hay en nuestra tierra, la mayoría de cosas se están haciendo mal en materia formativa.
Nuestra selección sub-17 perdió contra Bolivia y Paraguay en los bolivarianos, la sub-20 contra Venezuela en Toulon, y aunque los resultados no son lo más importante en estas categorías, hay poco para reseñar positivamente tanto en funcionamiento como en individualidades.
Esto es algo que se viene advirtiendo hace varios años, desde cuando estábamos embriagados de felicidad en tiempos de Pékerman. Desde esa época preguntábamos, y lo seguimos haciendo, por lo que se hace en las ligas, por las divisiones menores de la mayoría de clubes (salvo Júnior, Nacional y Millonarios), por la exigencia por parte de la Federación a la Dimayor para que los clubes trabajen el fútbol formativo y por la manera como se producen entrenadores. La respuesta es evidente: poco.
