Publicidad

Garra guaraní

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Antonio Casale
05 de octubre de 2016 - 03:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Inolvidables batallas se han librado en el Defensores del Chaco, estadio de Asunción. Recuerdos de niño me llevan a una cancha que estaba siempre en pésimas condiciones, generalmente los partidos entre colombianos y paraguayos se disputaban bajo una iluminación difícil, en medio de clima hostil. La cancha era terrible. Los dos países, tan amigos en lo diplomático, se dieron zapato a diestra y siniestra durante mucho tiempo. Inolvidables recuerdos como la pelea entre Chilavert y Asprilla, con patadas y escupitajos de por medio, son el sello que identifica este enfrentamiento.

Los paraguayos nunca han sido, salvo aquella generación de 2010 que estuvo a punto de eliminar a la posterior campeona España en cuartos de final del Mundial de Sudáfrica, exquisitos con la pelota. Su fútbol se basa en correr, luchar, pegar y marcar goles por vía aérea.

El Defensores del Chaco hoy es un moderno escenario, bien iluminado, con cómodas tribunas y apto para una buena producción televisiva. La cancha es una mesa de billar. El equipo local no termina de encontrar el cambio generacional tras el ocaso de los dirigidos por Tata Martino.

El equipo de El Chiqui Arce no cuenta con grandes figuras. Nueve jugadores de la liga local conforman la base de una escuadra que ha tenido que apelar a lo que arroje el día de la competencia. Los paraguayos son irregulares. Esa fue la principal razón de la salida de Ramón Díaz del banquillo tras la Copa América de Estados Unidos. Pero con el regreso de Arce, quien ocupa por segunda vez el cargo, las cosas no han cambiado. En la jornada anterior fueron capaces de ganarle al campeón de América, Chile, con sobriedad por dos a uno. Pero unos días después fueron goleados por Uruguay en Montevideo por cuatro a cero.

Con todo y eso son sextos con doce puntos, apenas uno menos que Colombia. Es cierto que ellos son capaces de lo mejor o lo peor en una noche, sin tintas medias. Ojalá los sorprendamos en una de las segundas. Pero su posición en la tabla, así como el amor propio que es toda una tradición y su capacidad por la vía aérea (debilidad de Colombia), obligan a Colombia a tomar en serio este juego si es que quiere tener aspiraciones reales de ir a Rusia.

Hay quienes dicen que la clasificación se gana en Barranquilla, pero no podemos olvidar que esta vez al equipo de todos no le ha sobrado nada como local. Arañar puntos contra rivales directos en condición de visitante se hace necesario. Traer los tres puntos del temible Defensores del Chaco significaría sacarles cuatro puntos de ventaja. Todo un tesoro en un campeonato tan cerrado como la eliminatoria. Para eso Colombia debe demostrar algo más que la evidente superioridad individual con que cuenta. Ya es hora de volver a mostrar una idea colectiva y consistente.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.