Es reconfortante saber que el fútbol a través de nuestras dos principales selecciones, la de mayores y la juvenil, no es el único deporte que reporta éxito al país.
Como consecuencia de ello, cada vez son más los niños que, queriendo emular a sus ídolos, se inician en la práctica deportiva.
Es verdad que el fútbol sigue y seguirá siendo el deporte rey, los futuros Falcaos siguen llenando las academias, ligas y demás escenarios destinados a su práctica. En la medida en que la formación de futbolistas sea más profesional y menos parroquial, tendremos mejores deportistas y personas en un futuro. Hay mucho por mejorar en ese aspecto.
Pero reconforta ver la manera cómo ese profesionalismo que le hace falta a la formación de futbolistas, sobra en otras disciplinas. Basta con revisar lo que sucede en los distintos campeonatos nacionales de bicicrós transmitidos por televisión cerrada, a donde acuden cientos de niños y jóvenes con la intención de emular a Mariana Pajón, compitiendo muy cerca de ella, con equipos bien armados en lo técnico y lo humano y las tribunas llenas.
Los ciclistas nuestros volvieron a competir con éxito en las principales carreteras de Europa, pero en versión mejorada. Ahora no solo escalan bien, sino que son buenos contra el cronómetro y se atreven hasta a meterse en el embalaje final de cualquier etapa plana. Lo de Urán y Henao es de aplaudir, pero es menester mirar con atención lo que hacen hombres como Nairo Quintana y los muchachos del equipo nacional que están compitiendo, por primera vez después de muchos años, en el Giro de Italia.
Es bonito saber que hoy son más de diez los automovilistas que compiten en las principales categorías, impulsados desde niños por lo logrado por Juan Pablo Montoya.
Asimismo, lo hecho por Alejandro Falla y Santiago Giraldo, quienes compiten en la élite del tenis mundial, ha servido para que cada vez sean más los jóvenes que practiquen el tenis. Hoy Colombia cuenta con un poco más de una veintena de jugadores en el ranquin mundial, tres de ellos entre los 200 mejores del mundo, sin contar a Mariana Duque, la segunda mejor latinoamericana del momento.
Lo propio sucede con los nuestros en golf, bolos, judo, karate, natación y patinaje, entre otros deportes. En definitiva, es gratificante saber que la buena actuación de Colombia en los Olímpicos no fue cosa de un día y que cada vez son más los deportes en los que nuestros jóvenes se interesan, bien sea para vivir gracias a alguna disciplina o simplemente para practicarla, pues al fin y al cabo, la escala de valores humanos que propone el deporte es mucho más positiva que la que proponen la guerra, el reguetón y el trago.