Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Arley Arango está próximo a cumplir 26 años. Hace poco más de diez, decidió dedicar su vida al fútbol y aunque no es una gran estrella, forma parte de la nómina "profesional" del equipo Juventud FC que juega en la Primera B del fútbol colombiano.
Sin embargo, Arley, como sus compañeros, no recibe su sueldo hace siete meses, y además no está afiliado a seguridad social. Lo peor es que ahora ellos no tienen a quién cobrarle, pues el equipo ha quedado eliminado de los cuadrangulares finales de la categoría, no van a jugar más y para 2011 Juventud FC cambiará de razón social, o sea de dueños y de sede. Seguramente todo esto ante la venia de Coldeportes, que se niega a hacer cumplir la ley y a vigilar, como tendría que hacerlo, el buen funcionamiento de los equipos de fútbol.
El caso de Arley y sus compañeros no es el único. Expreso Rojo, Alianza Petrolera y Centauros adeudan entre dos y cinco meses de salario a sus jugadores, que tampoco están afiliados a seguridad social. Todos estos equipos han sido eliminados, no competirán más, y sus futbolistas aún no saben cómo van a sustentar sus necesidades de aquí al otro año.
Si usted piensa que esto sólo sucede en la categoría ‘pobre' del fútbol colombiano, lamento decirle que está equivocado. América, Pereira, Quindío, Cartagena, Tuluá, Cúcuta y Deportivo Cali, sí, Deportivo Cali, el ‘único' club de fútbol en Colombia, presentan incumplimientos de algún tipo con sus jugadores según reporte de Acolfutpro.
Todo esto pasa ante los ojos atónitos de un país que se ufana de organizar un mundial juvenil, mientras su fútbol doméstico no cumple con los más mínimos requisitos legales para cumplir con su función social. Una nación que cuenta con un ente como Coldeportes que no cumple con su rol de vigilante de los manejos financieros de los equipos del fútbol colombiano. Una patria en la que sus gobernantes no hacen nada por viabilizar de manera rápida y eficiente los mecanismos de ley que permitan que las escuadras se transformen, que cumplan con el deber de ser limpios y estimular el desarrollo del deporte en Colombia.
Mientras tanto, en diversos rincones del país, muchos jóvenes, como Arley Arango, seguirán soñando con un futuro mejor para sus familias a través de la gloria futbolera, si es que antes un fusil para ir a la guerra y algunos pesos ilegales puestos por delante, no lo impiden.
