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Parece mentira, pero no lo es. A los futbolistas, los más importantes del juego, siguen sin tenerlos en cuenta en la dirigencia. Tampoco parecen importarles a los patrocinadores ni a la mayoría de los líderes de opinión deportiva.
Durante la Copa América se realizó la reunión anual de Acolfutro, la agremiación de futbolistas de Colombia, la misma que les sabe a muchos a feo porque es incómoda para los círculos del poder. La razón: han logrado que la de futbolista hoy sea una profesión más digna, pero esto les ha costado dinero y prestigio a muchos de los dueños de los equipos.
Sin embargo, los atropellos no han terminado. No solo los futbolistas todavía no tienen ni voz ni voto en la toma de decisiones, sino que quedan en algunas “instituciones” viejas mañas, como es el caso del Depor FC, que le terminó el contrato a José Mera por el hecho de asistir a dicha asamblea. El Ministerio de Trabajo se ha hecho el de la vista gorda, al igual que con otros tantos que rodean a nuestro deporte rey. Dicen los voceros de Acolfutpro que curiosamente los equipos que impiden que sus jugadores se reúnan con la asociación son los mismos que les pagan gran parte de sus sueldos por debajo de la mesa. Son ellos Fortaleza, Jaguares y Chicó. Por otra parte, son varios los meses que adeuda Envigado, ahora en lista Clinton.
De esta Asamblea se desprenden varios pedidos. Que se mejore el nivel de los árbitros. Que se revisen los horarios de los partidos. Que se mejore la precaria condición de algunos de los campos. Que se mejoren las condiciones de higiene de los camerinos. Citan específicamente para los dos casos los estadios de Armenia, Pasto, Palmaseca, Tunja, Soacha, Zipaquirá y Techo, entre otros. También reseñan que los estadios que se utilizan de manera provisional no reúnen las mínimas condiciones y consideran los futbolistas que los equipos médicos y el personal encargado con los que cuentan los estadios son precarios. Finalmente consideran que los dispositivos de seguridad para sus desplazamientos a aeropuertos y estadios no son los ideales y no les garantizan su seguridad.
No piden nada del otro mundo. Los dirigentes están en mora de entender que invertir supondría un mejoramiento del espectáculo del que son dueños y podrían ganar más dinero. Pero hay que empezar por tener en cuenta a la materia prima de su negocio, los jugadores.
