Hablemos de fútbol, por favor

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Antonio Casale
19 de mayo de 2018 - 03:00 a. m.
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Bueno sería que los directivos dedicaran parte de sus agendas a hablar de fútbol para mejorar el espectáculo. De todos es sabido que están dedicados a sus luchas de poder en las que el dinero, como siempre, es el motivo de disputa.

Eso tendría algo de validez si la plata que se recoge fuera destinada al mejoramiento del espectáculo. Lamentablemente no es así. Todos quieren estar mejor, pero la mayoría considera que es solamente cuestión de conseguir más metal. Los últimos cinco años, en los que se ha recogido más dinero que nunca, pero el espectáculo ha seguido igual, demuestran que se necesita mucho más que eso. Los resultados en torneos internacionales en esta década no mienten. Salvo ilustres excepciones de Nacional y Santa Fe, el resto ha sido un desastre. No nos podemos amparar en que el nuestro es un fútbol exportador de talentos y los buenos jugadores se van rápido. A esa industria exportadora hay que sumarle una estructura que también permita competir en el ámbito nacional e internacional.

Lo mejor de nuestro fútbol es el talento de los jugadores. Es silvestre; ya quisieran en Argentina o Brasil contar con los distintos biotipos que produce nuestra Colombia. En el Pacífico están los elásticos y veloces; en el Caribe, los creativos, atrevidos e intrépidos goleadores; en el interior, los defensas macizos y robustos.

Pero en el mundo de hoy, al talento hay que pulirlo, sin castrar sus posibilidades naturales, para que pueda marcar diferencias. Hay que formar a los humanos para el éxito, hay que suministrarles un plan de nutrición desde niños que permita maximizar sus posibilidades físicas, hay que trabajar en lo técnico con personas preparadas para la enseñanza de este deporte. Hay que identificar y erradicar los focos de corrupción que no permiten que muchos futbolistas talentosos puedan llegar lejos.

Son pocos los clubes que trabajan en la vía correcta y lo hacen como esfuerzos aislados y por voluntad propia, para ver prosperar su negocio. Otros quieren mejorar, pero no saben cómo hacerlo, y otros simplemente quieren llenar sus bolsillos sin importarles el desarrollo de nuestro balompié.

Todo este lío que hay entre los círculos de poder va a terminar en que va a llegar más dinero al fútbol, pero si no se ponen las pilas para organizarse, para que lo que se reparta entre ellos incluya parámetros de incentivos por buen gobierno y resultados deportivos, así como una auditoría que asegure que la plata del fútbol se invierta en el crecimiento del mismo, nada va a cambiar.

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