I love VAR

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Antonio Casale
27 de junio de 2018 - 02:14 a. m.
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Me encanta el VAR. Cambió para siempre el fútbol. No se cómo vamos a hacer para el torneo local mientras no lo tengamos. Habrá que implementarlo lo antes posible.

Por un lado, le añade justicia al juego. No hay manera de equivocarse en la interpretación de un fuera de lugar, una pelota que traspasa la línea de gol o un jugador mal amonestado. Eso de por sí ya es una ganancia enorme. En las jugadas de apreciación, como lo son las de eventual penalti, al menos le otorgan al árbitro la posibilidad de ver la repetición para que tenga un mejor juicio.

Permite que los árbitros estén más tranquilos. La indicación para los jueces de línea ha sido clara: si no están seguros de levantar la bandera, mejor no lo hagan; el VAR los va a sacar de dudas. Maravilloso. Lo mismo pasa con los centrales en la medida en que logren ver al VAR como un amigo que complementa su labor y no como un enemigo que los puede dejar en evidencia. Por fortuna, la mayoría lo ha visto como lo primero.

Los jugadores tienen menos razones para discutir y saben que los vigilan las cámaras en caso de querer simular para engañar al juez. En consecuencia, se dedican a jugar al fútbol perdiendo menos tiempo y siendo menos violentos.

Se ha confirmado que se pierde menos tiempo que antes. Los minutos que anteriormente se empleaban en peleas insulsas entre jugadores y árbitro discutiendo sobre una decisión que, equivocada o no, no tenía reversa, eran insoportables. Ahora con el VAR hay menos margen de error y el tiempo suficiente para enfriarse un poco y esperar la sentencia.

Es mucho más emocionante ver al árbitro correr hacia el televisor para observar de nuevo la jugada que verlo evadir energúmenos jugadores que discuten su decisión. Ese minuto de misterio alimenta el drama.

Necesitaba ajustes como todas las innovaciones. Muchos se aventuraron a concluir que era un fracaso, pero este, el Mundial del VAR, pasará a la historia como la copa en la que la tecnología entró definitivamente al juego para hacerlo más justo, emocionante y dinámico, sin desnaturalizar su condición humana. I love VAR.

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