Innovar es pensar diferente para buscar mejores resultados. En el deporte se presentan cada vez más casos.
El mundial de rugby, que tiene pendiente a buena parte del mundo deportivo por estos días, presentó una sorpresa de esas cinematográficas en su inicio: la victoria de Japón sobre Sudáfrica, que no cabía en las cuentas de nadie.
Eddie Jones es el entrenador japonés. Fue a Múnich hace un tiempo en busca de una pócima mágica, de modo que pudiera sorprender a sus rivales en el mundial. Su contertulio fue Pep Guardiola, confeso aficionado al rugby. Dicen los analistas que la épica victoria nipona tuvo grandes rasgos del juego que en fútbol ofrecía aquel Barcelona de Pep en cuanto a la importancia del pase y la tenencia de la pelota para desorganizar al rival y generar los espacios, incluso rechazando la oportunidad de patear a palos en repetidas oportunidades. Algo impensado en este deporte, hasta la semana pasada.
Jones dijo sobre su estadía en Múnich que “Rugby y fútbol son parecidos, siempre hay que mover la bola al espacio: el Bayern y el Barcelona de Guardiola han jugado el mejor fútbol de pase. Los principios son los mismos en el rugby. Los mejores equipos de fútbol cambian su profundidad y su formación para crear espacios”.
En Argentina, el club Defensa y Justicia, novato en primera división, decidió innovar para sobrevivir. Contrató a Ariel Holan, quien a sus 54 años recibió su primera oportunidad como técnico de un equipo de fútbol. La razón: hasta pasados los 40 fue entrenador de hockey sobre césped. Después fue ayudante de varios entrenadores de baloncesto y 12 años atrás llegó al balompié como parte de cuerpos técnicos de fútbol dirigidos por Jorge Burruchaga y Matías Almeyda. Junto a este último logró el ascenso con River. Desde que llegó a Defensa y Justicia, su equipo ha logrado más del 60% de rendimiento y en su país están sorprendidos con el buen fútbol de sus dirigidos. Todo es consecuencia de su método de entrenamiento. Su cuerpo técnico, compuesto por 12 personas, hace un trabajo casi personalizado, que incluye el uso de la tecnología. Sus microciclos segmentados buscan lograr un equipo más vertical, que avance de manera asociada, rápida y precisa, como lo exigen los principios del hockey.
Los deportes de conjunto comparten más o menos los mismos principios. Es sorprendente ver cómo se pueden apoyar entre ellos para lograr lo mismo, llegar al extremo contrario y convertir para sumar, pero de una manera distinta. Para innovar no se necesita dinero, se requiere pensar diferente.