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El comienzo del campeonato colombiano ha generado un interés que hace rato no tenía. La llegada de figuras como Teo, Chará, el Queso Fernández y Bottinelli, así como el regreso al banco técnico de Maturana, Suárez y el propio Lillo, han puesto a estar pendiente del arranque del torneo.
En la cancha se ve más generosidad con el espectáculo. Bien sea a partir del orden que plantea el Santa Fe de Gregorio Pérez, inteligente y bien trabajado, o de las intenciones ofensivas del Millonarios de Russo, que maximiza el recurso con el que cuenta sin renunciar al ataque utilizando las bandas como fuente principal de generación.
Se observa a un Nacional en transición que quiere tener más la pelota para buscar el espacio libre tejiendo jugadas ofensivas a partir de largas posesiones, a lo Lillo, pero sin renunciar a la impronta de Osorio que dejó verticalidad a partir de los pies de Henríquez, el defensa central que hace de primer creativo cuando no hay por dónde atacar.
Júnior ya marca diferencia con Teo y Chará, dos jugadores superiores al promedio local, pero le falta construir un colectivo que aporte confianza a la hinchada. Sin embargo, son la sensación del torneo.
Al América de Hernán Torres se le abonan el corazón y la generosidad ofensiva. La llegada del Queso Fernández le dio contundencia ofensiva. A veces luce desequilibrado en la mitad, pero siempre busca el arco contrario. No deberá tener problemas para olvidarse rápidamente del descenso.
En cambio, el regreso de la escuela de Maturana, Peláez y Suárez todavía no llena. El primero tiene que gestionar una nómina corta. Ya se ve su impronta de marcación en zona, pero le falta profundidad ofensiva. Al DIM le pasa igual y sus opciones de ataque dependerán de Quintero cuando recupere su forma física. A Equidad se le rescata la capacidad de lucha. Con ese argumento han remontado ya dos partidos. Tienen nómina para pelear entrada a los ocho. Todavía no tienen un libreto consistente.
En las primeras jornadas ha aumentado el promedio de goles, lo que es bueno para el show. Es síntoma de qué hay más interés por marcar en el arco contrario, algo que debería ser lógico pero no lo es porque el miedo a perder se ha apoderado de la liga local en los últimos tiempos.
Se ve que los dueños de los equipos están invirtiendo en sus escuadras y eso está bien. Es el mejor momento histórico en lo económico de nuestro fútbol y lo mínimo es lo que estamos viendo. Falta fortalecer las divisiones menores en la generalidad, lo cual debería ser consecuencia de una estrategia de Federación y Dimayor y no de esfuerzos aislados. Falta también que algunos equipos grandes se animen a traer dos o tres figuras de cartel. Está visto que invertir paga.
