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Que una selección italiana de fútbol reciba siete goles en dos partidos, así haya ganado uno de ellos, como aconteció con la azzurra la semana pasada en la Copa Confederaciones, frente a Japón (ganó 4-3) y Brasil (perdió 4-2), puede parecer un absurdo para un país acostumbrado al catenaccio y demás maneras defensivas que le entregaron a ese país sus mayores glorias.
A través de los años, saber defenderse ha sido una forma de vida para los italianos. La pasión con la que se han tomado desde los momentos más importantes de su historia hasta las pequeñas cosas de la vida, ha encontrado en el fútbol defensivo la mejor manera de representar a su gente. Es así como la Italia del 34 y el 38, dirigida por Vittorio Pozzo, logró el bicampeonato del mundo. A partir de esta gesta, Nereo Rocco se inventó el catenaccio, cuya traducción al español es “cerrojo”, y no hay mejor manera de explicarlo que su literalidad. Rocco implementó al líbero detrás de la línea de cuatro defensas, haciendo muy difícil el ataque a los rivales. El Milan de Rocco fue campeón del mundo y de Europa, y con similares características el Inter de Helenio Herrera fue el amo del mundo en la década de los sesenta. Italia ganó, con modales defensivos, la Eurocopa del 68 y el Mundial del 82 en España. En fin, lo que en Italia fue la mejor representación de un pueblo apasionado, guerrero y acucioso, que además le entregó el reconocimiento mundial por cuenta de sus victorias, en el resto del mundo fue catalogado como la muerte del espectáculo. Los poetas que hoy se enamoran del toquecito aburridor con el que España y el Barcelona dominan al planeta, son los mismos que se mordían los codos con las victorias históricas de la azzurra.
Pero los tiempos cambian. La Italia de hoy es distinta, vanguardista y moderna, entonces su fútbol no puede ser la excepción. Ya en 2006 la selección de Lippi había ganado el Mundial de Alemania con una mezcla del tradicional fútbol ordenado en defensa con la explosividad en ataque que exigen los tiempos de hoy. Por lo anterior, la apuesta ofensiva de Cesare Prandelli , seleccionador italiano excede los límites imaginados por los nonos de antaño. Esta Italia, que va tranquila en la clasificatoria rumbo al Mundial y que ya fue subcampeona de Europa en 2012, enamora al mundo por sus cualidades ofensivas.
Con las ideas de Pirlo en la cancha, la azzurra es vertical, trata bien al balón sin excederse en el toque-toque y es altamente efectiva. Por momentos, en el juego del sábado los papeles parecían invertidos: Brasil defendía y pegaba, e Italia atacaba.
Es cierto que la azzurra de Prandelli tendrá que mejorar en defensa, pero también los es que esta Italia se parece a su extraordinaria gastronomía y a su música, porque eso también es Italia.
