Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Jugar bien no es necesariamente jugar bonito, ganar, atacar o hacer goles. Se puede jugar bien sin que estéticamente le guste a todo el mundo, se puede ganar sin jugar bien, se puede atacar desorganizadamente y se puede marcar goles sin que sean la consecuencia de una buen juego colectivo. Pero cuando se juega bien se está más cerca de ganar repetidamente.
En un mundo en el que la trama importa poco, nadie pregunta cómo jugó su equipo sino cómo quedó el marcador, y ya no vamos a cambiar el mundo. Podemos, eso sí, ser coherentes.
Hay una relación directa entre jugar bien y ganar. Los últimos cuatro partidos, Colombia los jugó mal y sólo ganó uno. Ante Uruguay de local salvó los muebles en una jugada aislada para el empate, contra Chile nunca estuvo cerca de ganar, ante Argentina no se vio solidez defensiva ni ofensiva y salimos goleados, mientras a la débil Bolivia se le ganó gracias a un penal discutido.
Jugar bien es tener una idea de juego que pueda ser interpretada por todos los jugadores para tener un despliegue colectivo consistente que le dificulte el trabajo al rival. Colombia no tiene esa idea. El equipo depende de la tarde de James o de Cuadrado. Son muy pocas las veces que se pisa el área con más de dos hombres. Los demás tocan el balón para deshacerse de él y no para construir jugadas de peligro. En ataque hay miedo al fracaso; a todos les quema la pelota, salvo a James, que sigue siendo el diferente, a pesar de estar en un limbo de confusión. El 10 debe pensar, pero en España y aquí le están pidiendo que se parezca más a un cinco, es decir, que corra. James, por sus características, no puede correr y pensar al tiempo y, créanme, lo necesitamos pensando. Cuadrado debería poder jugar más cerca del área, como en la Juventus, es ahí donde puede marcar la diferencia, pero si nadie se la lleva le toca ir hasta muy atrás a buscar el balón y hacer su partido individual. El equilibrio defensivo también depende de una individualidad, no quiero ni pensar en lo que pasará el día que no esté Sánchez. Y si no hay idea de juego va a ser muy difícil que los jóvenes como Quiñones, Berrío, Borja, Uribe y demás que ha probado Pékerman puedan brillar. La camiseta de la selección pesa mucho, y más en la juventud, por eso, si no hay consistencia colectiva, esos jóvenes se van a ver mal, como hasta ahora.
Pero tampoco nos podemos enloquecer. La tabla dice que hoy Colombia está adentro del Mundial. Un poco por la mediocridad de la mayoría de rivales, que juegan muertos del susto, como nosotros, y otro poco porque James y Cardona han logrado, a través de maniobras individuales, sacar varios puntos importantes.
Ecuador, el rival de mañana, tiene miedo, al igual que Colombia, de quedarse por fuera del Mundial, y cuando hay inseguridad cualquier cosa puede pasar. Ojalá el equipo de todos logre un buen resultado. Pero para que la esperanza crezca, por encima de todas las cosas, ojalá juegue bien.
