A veces parece que Twitter se hizo para que los fracasados juzguen a los valientes. Este fin de semana tuve la oportunidad de comentar en Win Sports la serie de Copa Davis que disputaron Argentina y Colombia en San Juan. Por equivocación pasé el sábado en la tarde un rato por mi Twitter y no me llevé ninguna sorpresa. Un montón de ignorantes no asumidos que tildaban de fracasados, en el mejor de los casos, a los jugadores que por Colombia disputaron los partidos y que dejaron una muy buena imagen de cara al futuro. Ojo, porque la ignorancia no es mala, lo malo es no reconocerla. El tenis es el deporte individual más visto por televisión en el mundo, lo que lo hace atractivo para la inversión de las grandes potencias en su desarrollo. Colombia, que no lo es, hace una tarea titánica para ubicarse en la élite y la élite es ubicar a jugadores dentro de los 100 mejores del mundo.
En ese sentido, en la modalidad masculina, nuestro país vive un momento de recambio generacional que no es fácil para ninguna nación. Miren a Suiza, ahora que se empieza a ver el final de la carrera de Federer y Wawrinka, no tienen quién tome la posta. Acá, Giraldo y Falla estuvieron por varios años en el top 100, habitaron incluso el top 50. Alejandro González también llegó, pero una lesión lo sacó de la actividad por un buen tiempo y volver no ha sido fácil. Pero este fin de semana pudimos ver en acción a dos cartas firmes para sucederlos.
Daniel Galán, 22 años, llevó al experimentado Guido Pella a cinco sets con una muñeca lesionada, pero con mucho corazón y tenis. El bumangués ha progresado en su juego ofensivo y su expresión emocional transmite tranquilidad. El domingo vimos el debut de Nicolás Mejía, semifinalista en Wimbledon júnior este año y top 10 en su categoría. Para él viene la difícil transición al profesionalismo, pero con 18 años tiene las condiciones para hacerlo bien. Los doblistas de turno, Alejandro Gómez y Cristian Rodríguez, llevaron a las cuerdas a sus rivales en un punto que se definió a cinco sets. Vale la pena anotar que los nuestros ni son doblistas ni lo habían hecho juntos nunca. De todos modos tenemos Farah y Cabal para un buen rato, quienes a propósito estarán en noviembre cumpliendo su gran sueño, jugar el Masters de Londres. De las mujeres hablamos después, esas sí que van bien.
Que alguno de ellos llegue a ser top 20 en sencillos o a ganar títulos de Grand Slam es tan improbable como impredecible. Pero debemos sentirnos orgullosos de este puñado de valientes que se quieren ganar la vida jugando al tenis, en el que, salvo Argentina, los puestos de honor son reservados para los países más ricos.
