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La Masía es una vieja casona de 600 metros cuadrados ubicada cerca del Camp Nou, estadio donde el Barcelona hace vibrar a propios y extraños con un fútbol jamás antes visto.
En ella viven y se forman, personal y deportivamente desde 1979, las jóvenes promesas del que, aunque a muchos nos duela, es el mejor equipo del mundo. Por ahí pasaron desde el técnico Pep Guardiola, hasta Valdés, Puyol, Piqué, Busquets, Iniesta, Xavi Hernández, Pedro y Messi. Habituales jugadores titulares del once blaugrana.
En un fútbol como el europeo, donde pareciera que para ser poderoso es necesario hacerse a los mejores jugadores del mundo, resulta increíble que este ejercicio de tener como base a los jugadores de la cantera funcione de tal manera que hoy sea lo que es.
Naturalmente el Barcelona ha gastado mucho menos dinero que sus similares de todo el continente. Se dedicaron a fortalecer su fábrica de tal manera que no sólo ha servido para construir la base del primer equipo, sino que además ha reportado grandes sumas de dinero por concepto de la venta de los derechos de jugadores como Cesc Fabregas o Giovani dos Santos.
Lo anterior debe servir de ejemplo de cómo se puede ser exitoso, mantener la grandeza y ser viable. Y aunque hay que guardar muy respetuosamente las proporciones, si en el fútbol colombiano se aprende a hacer cantera de verdad, estaríamos dando el primer paso, gigantesco además, para recuperar la competitividad.
Se puede hacer de dos formas. Reclutando un puñado de jugadores jóvenes, como en su momento lo hizo Chicó, que salió campeón con una base de estos jugadores complementados con algunos experimentados. Otro ejemplo es Santa Fe, que hoy empieza a ver los dividendos de haber invertido en Otálvaro, Bernal, Torres, Seijas y demás. La otra vía es como hasta cierto punto lo ha hecho bien Millonarios, que cuenta con una base de jugadores que han ganado en todas las categorías y están apunto de coronarse campeones nacionales Sub 19 y obtener así el cupo para representar a Colombia en la Libertadores de la categoría.
Bien haría el azul tan quebrado e inviable, como su mismo presidente lo indica, en dejar que estos muchachos sean la base del plantel para 2011. Y que en vez de traer ocho o nueve jugadores del montón, sumen tres o cuatro que rodeen a los “pelaos”.
Lo cierto es que en tiempos en que no hay dinero, resulta más barato buscar y creer en las jóvenes promesas, que pagar sueldos astronómicos por jugadores que han sido reciclados de varios equipos.
