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La mente en el tenis

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Antonio Casale
21 de marzo de 2011 - 03:00 a. m.
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El hecho de que el número uno y dos de la ATP se enfrenten hoy en Bogotá es algo único e irrepetible. Pero más allá de sus logros tenísticos, hay un factor determinante en el alto rendimiento de estos monstruos que nos visitan, lo mental. El éxito en el tenis está determinado por tres factores. El técnico, el físico y el mental.

Al nivel en que juegan los 50 mejores del mundo la parte técnica no ofrece mayores diferencias. Tal vez un saque un poco más potente que otro, o una derecha más precisa que otra, pero en términos generales los pertenecientes a esa élite son parejos.


En lo que tiene que ver con lo físico, es un factor indispensable para pertenecer a la élite, el tenis como cualquier deporte, y aún más en nuestros días, exige de plenitud de condiciones físicas. Sin embargo, no representa un diferencial a la hora de ser el uno o dos del mundo. Lo físico pasa a ser apenas un requisito. Aun así, a pesar de sus continuas lesiones. Nadal sigue en lo más alto del ranking mundial.


Es precisamente ahí donde la parte mental marca la diferencia. Nadal no es dueño del mejor saque ni de la mejor derecha ni revés. Pero como bien lo explica en su libro autobiográfico, cada punto para él es una final. Diestro de nacimiento, su tío Tony lo convirtió en zurdo para sacar ventaja de los rivales a partir de comerse el cuento, explicado de la manera más infantil posible, de que de esa forma nadie lo podría vencer. El mismo tío que, para ganar su credibilidad, mientras veían en la tele películas que él ya había visto, le decía que iba a llamar al canal a que pusieran el final esperado, el del superhéroe ganador. El mismo que le enseñó que la disciplina es fundamental, pero a partir de la diversión que provoca jugar tenis. El mismo que ha estado a su lado desde el primer día en que tomó una raqueta, aun en las lesiones más difíciles de superar. Nadal fue criado para ganar.


El caso de Djokovic no es muy distinto. Creció en un país en plena guerra separatista. Es cierto, contó con el apoyo de sus padres, pero nunca fue el mejor niño de la clase. Recuerda el serbio que desde los 5 años y hasta los 14, siempre perdía con Viktor Troicki, hoy apenas ranqueado 60. Su parte mental le ha jugado malas pasadas, pues contrastan su buen humor con el desespero que le causaban las curvas bajas de rendimiento durante los partidos. Era frecuente verlo tirar la raqueta. Pero todo eso cambió a partir del segundo semestre de 2010. Ese fue el punto de quiebre de su carrera, desde cuando logró el equilibrio mental que le faltaba. Nole fue finalista del US Open de 2010 y ganó para su pequeño país la Copa Davis. De la misma forma, en lo que va corrido de 2011, ganó en Australia, le quitó el número dos del mundo a Federer. Djokovic lo acepta, tenía el tenis y el estado físico, pero faltaba el equilibrio en la cabeza, ya lo logró.


Que sea esta exhibición sin precedentes en la historia un motivo más, no sólo para el show mediático, sino también para que nuestros niños, deportistas y colombianos en general, veamos en ellos un espejo en donde mirarnos y sepamos, de una vez por todas, que no sólo basta con luchar. Que para ganar en la vida es necesario añadirle a esa lucha una cucharada de control y fortaleza mental.

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