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La reivindicación de los mortales

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Antonio Casale
07 de mayo de 2014 - 04:27 a. m.
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La final de la Champions de este año, el 24 de mayo, será la disputa entre un grupo de obreros, el Atlético de Madrid, y un grupo de nobles a los que ya no les da pena ponerse el overol, el Real Madrid.

En ambos casos está impresa la rúbrica de sus entrenadores, que ya lograron romper la hegemonía que en el fútbol español había impuesto el Barcelona con el que para muchos, no me incluyo, ha sido el equipo que más bonito ha jugado al fútbol en la historia, además de haberlo ganado todo.

Motivación y orden son las premisas de Simeone. Él mismo dice que la clave de su método radica en lo mental, sin ponerse rojo de la pena. Pero es importante no confundir lo sencillo con lo fácil. El trabajo del argentino ha sido convertir a un grupo de jugadores normales en una máquina humana convencida de que no hay imposibles, a partir del día a día bien hecho. El entrenador sabe que de nada sirve estudiar al rival, crear un plan de juego o trabajar el bloque con el que se presenta en todas las canchas donde juega, si sus pupilos no se creen el cuento.

Ya en la cancha, el despliegue físico y técnico del equipo colchonero es impresionante. Son un bloque corto entre líneas, capaz de replegarse con gran rapidez según lo exija la situación.

No menos importante es lo logrado por Ancelotti. Menos mediático que su antecesor, pero igual de apasionado. Como buen italiano, logró hacer que los nobles jugadores con los que cuenta, se pongan el overol cuando es necesario, como contra el Bayern. En ninguno de los dos partidos le dio pena al Madrid entregarle la iniciativa al rival a pesar de la exigencia que supone su propia estirpe. Eso sí, de nada serviría lo conservador de su andamiaje si la velocidad y precisión no se combinaran a la perfección cuando de pasar de defensa a ataque se trata. No recuerdo a muchos equipos que lo hayan hecho tan bien en esa materia. Claro, en este caso, aprovecha el talento natural de Cristiano, Bale, Di María y compañía. Fundamental es también la presencia de Xabi como el hombre del equilibrio.

Esta Champions ha demostrado que el tiki taka era tan sólo para unos pocos extraterrestres, capaces de convertir al fútbol en una orquesta sinfónica. Pero como la mayoría somos humanos, es bonito cuando triunfa el fútbol que identifica a la mayoría de gente, el de los obreros, los laboriosos, los que tenemos que poner más esfuerzo en la vida diaria porque la dotación de talento nato es tan sólo para unos pocos. Simeone y Ancellotti representan, cada uno desde su lugar, la reivindicación de los mortales, independientemente de representar la opulencia madridista o el corazón guerrero de los colchoneros.

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