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Lionel Messi, el 48 y el unicornio de Miami

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Antonio Casale
07 de diciembre de 2025 - 11:10 p. m.
Lionel Messi quedó campeón de la MLS frente a Vancouver Whitecaps
Lionel Messi quedó campeón de la MLS frente a Vancouver Whitecaps
Foto: EFE - CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH
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El título 48 de Lionel Messi no es una cifra decorativa ni un número inflado para la retórica. Es una declaración de principios. La primera MLS de la historia del Inter Miami es, al mismo tiempo, la confirmación de un proyecto y la prueba de que el mejor de todos sigue escribiendo capítulos cuando muchos pensaban que ya solo quedaban epílogos. Messi no llegó a Miami a vivir de su pasado; llegó a fabricar presente.

En la temporada fue directo, determinante, demoledor: 29 goles y 19 asistencias. Sin adjetivos intermedios. Casi medio centenar de participaciones directas en gol en un campeonato que se suponía ideal para bajar el ritmo. No lo hizo. Corrió menos, quizá, pero pensó igual de rápido, y pensó mejor que todos. El título 48 no es un premio de despedida; es una victoria contra el deterioro natural del tiempo.

Inter Miami es hoy un fenómeno social antes que deportivo. Antes de Messi, la franquicia era una más en la MLS, con tribunas a medio llenar y un impacto local limitado. Hoy juega con estadios llenos, promedios superiores a los 20.000 espectadores, entradas multiplicadas, camisetas agotadas y camisetas de Messi convertidas en el producto más vendido en la historia de la liga. El club pasó de equipo emergente a marca global. Y lo hizo en menos de dos años.

Nada de esto fue accidental. Beckham y sus socios entendieron mejor que nadie que Miami no es solo una ciudad de paso: es un puente cultural con América Latina. Le hablaron al público en su idioma emocional: fútbol de verdad, figuras reconocibles, identidad clara. Messi fue el puente perfecto. Y detrás de él llegaron Busquets, Jordi Alba; el ADN Barça convertido en un relato exportado al sol de Florida.

Pero no basta con vender entradas para escribir historia. Había que ganar. Y se ganó. Se ganó con Messi manejando tiempos, inventando ventajas, resolviendo partidos grandes. Se ganó con un equipo que dejó de ser una colección de nombres para convertirse en estructura competitiva. La primera MLS del club no es solo un trofeo: es un cambio de estatus.

El futuro también está escrito en letras grandes. Nuevo estadio, valorización millonaria de la franquicia, crecimiento internacional de la marca y, sobre todo, el rol que Messi ocupará cuando ya no juegue. Porque nadie cree que este vínculo terminará con su retiro. Messi ya es parte de los cimientos. Será embajador, símbolo, faro, referencia eterna. El club no se explica sin él.

Y mientras tanto, sigue dando lata. Sigue desmontando la lógica del calendario biológico, humillando al reloj, encontrando espacios donde no existen. Ha atravesado generaciones, estilos, ligas y continentes. Barcelona, Argentina, París, Miami. Siempre decisivo. Siempre distinto. Siempre Messi.

¿Es el mejor de la historia? Cada época tiene sus deidades. Pero nadie, absolutamente nadie, ha sostenido la excelencia durante tanto tiempo, en contextos tan diferentes, sin cambiar su esencia. Messi no solo compite contra otros futbolistas. Compite contra el olvido, el desgaste y la costumbre. Y les gana.

El título 48 no cierra nada; abre otra página. Y mientras la pelota siga buscando su zurda, el fútbol seguirá teniendo una razón profunda, casi sagrada, para seguir convocándonos.

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